Haití, una historia de violencia, reivindicaciones insatisfechas e intervencionismo
El asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, es un eslabón de una larga cadena de tensiones que se registra en el primer país de América Latina en independizarse, en 1804, que además protagonizó la primera y única revolución de esclavizados que triunfó en el mundo, pero que desde entonces se debate entre las reivindicaciones sociales internas y el intervencionismo, a veces mimetizado como proteccionismo ejercido por las grandes potencias, señaló en una entrevista el historiador Juan Francisco Martínez Peria.
“Moïse era miembro del Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK), una fuerza de derecha neoliberal, que llegó al Gobierno como candidato elegido por su antecesor Michel Martely, del mismo partido, en elecciones que fueron acusadas de fraude”, dijo a la agencia Télam Martínez Peria, historiador, docente universitario y autor del libro “Libertad o muerte, historia de la revolución haitiana”.
“Su Gobierno estaba en crisis por varias causas. En 2018 un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que implicó un ajuste y aumento de combustibles, motivó protestas multitudinarias que aún siguen. De hecho había una movilización convocada para el próximo domingo para exigir la renuncia de Moïse, quien estaba vinculado a un hecho de corrupción con Petrocaribe que quedó expuesto en un informe de la Corte Superior de Cuentas que buscaba esclarecer la pérdida de 3.800 millones de dólares y apuntó a empresas vinculadas al presidente”, agregó.
El tema Petrocaribe, explicó Martínez Peria, se remonta a 2004, cuando el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, impulsó una iniciativa para que los países del Caribe accedieran a petróleo barato, pero al llegar al Gobierno Moïse cambió ese alineamiento y se recostó en las grandes potencias, lo que se reflejó en las votaciones del país en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde Haití votó alineado con Estados Unidos.
“Es paradójico que la OEA, que hizo todo lo posible por deslegitimar las elecciones de Bolivia en las que había ganado Evo Morales, lo que derivó en el golpe de noviembre de 2019, nada dijera de la situación de Haití, que desde enero de 2020 estaba en un virtual Gobierno de facto”, aseguró el especialista en Haití.
Desde el inicio del año pasado Moïse gobernó por decreto y sin Parlamento, porque caducaron los mandatos, razón por la cual los primeros ministros que designó, que por letra constitucional tienen que ser avalados por el Poder Legislativo, funcionaron en forma provisoria.
Pero, además, el propio Moïse estaba gobernando con un fallo en contra del Consejo Superior del Poder Judicial, que ante un debate en torno a la fecha en que terminaba su mandato presidencial, dictaminó que el mismo venció el 7 de febrero de 2021.
Martínez Peria destacó también que en los últimos tiempos hubo un aumento de la violencia y los secuestros en el país, tanto de parte de los restos del disuelto Ejército haitiano y de la Policía, como por parte de las bandas paramilitares, que en algunos casos son anárquicas, pero en otros “se sospecha que responden al Gobierno”.
Moïse también impulsaba una reforma constitucional, que en principio se iba a plebiscitar en abril de este año, pero que finalmente se postergó para hacer la consulta junto con las elecciones parlamentarias y presidenciales que se harían en septiembre próximo.
Respecto de cuáles son los problemas históricos de un país que tiene el 60% de la población bajo los índices de pobreza y el 98% de su territorio deforestado, abatido por huracanes y terremotos y con recurrentes crisis políticas, Martínez Peria sostuvo que “las potencias nunca le perdonaron a Haití haber sido, no sólo la primera independización de América Latina, sino la única revolución triunfante de personas esclavizadas”.
“Francia demoró hasta 1825 el reconocimiento de la independencia de Haití y a cambio pidió una indemnización de 150 millones de francos, que se acordó con una flota de guerra fondeada en la costa. Además se complementó con un acuerdo comercial favorable a las empresas francesas y, cuando Haití previsiblemente no pudo pagar, se le impuso un empréstito”, señaló el historiador.
Pero además, la historia de este país caribeño está jalonada por intervenciones.
Estados Unidos ocupó Haití de 1915 a 1934 “y luego las dictaduras de Francoise Duavelier (Papa Doc) y de Jean-Claude Duvalier (Baby doc), que se extendieron desde 1957 a 1986, contaron con el apoyo sistemático de Estados Unidos, que veía en ellos una herramienta contra el comunismo y una forma de controlar a una población, que finalmente los derrocó en una revuelta popular”.
En síntesis, explicó el historiador, el problema de Haití es que lo bueno y lo malo de su historia permanece oculta para el mundo.
“Fíjese que hace apenas tres años mientras los chalecos amarillos se manifestaban en Francia, se producía en Haití una gran revuelta popular de la que nadie habló y que tiene mucho que ver con lo que pasó hoy”, recordó.
“Las atrocidades y la violencia de Haití permanecen ocultos, el país sólo es noticia cuando hay un terremoto o un magnicidio. Y entonces el acercamiento que se produce está vinculado a una misericordia paternalista y esto puede derivar rápidamente en un respaldo al intervencionismo, como ha pasado tantas veces, cuando en realidad lo que ese país necesita es reformularse casi por completo por sí mismo”, concluyó.