Días atrás, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó que «Hay pruebas consistentes de que Ómicron se está propagando significativamente más rápido que la variante Delta. Y es más probable que las personas vacunadas o recuperadas de Covid-19 puedan infectarse o reinfectarse».
Frente a esto, varios Gobiernos revivieron medidas que acompañaron a cientos de miles de habitantes el año pasado en las fiestas.
Los estadounidenses, el país con más casos de coronavirus y muertes acumuladas por la enfermedad en el mundo -más de 51 millones y 809.400, respectivamente- y que recientemente ha experimentado un abrupto incremento de infecciones debido a la variante Ómicron, ya empezaron a sentir las cancelaciones de fiestas de fin de año.
La segunda ciudad estadounidense más grande, Los Ángeles, por ejemplo, canceló la asistencia a la fiesta de Año Nuevo en Grand Park, aunque el evento podrá ser visto por internet, como ocurrió en 2020, mientras que los estados de California y Rhode Island reimpusieron tapabocas en interiores.
En la ciudad de Nueva York, epicentro global de la pandemia en 2020 y donde un incremento en las infecciones ya afecta los espectáculos de Broadway y genera largas filas en centros de testeos, se espera esta semana el anuncio del alcalde Bill de Blasio sobre la famosa celebración de Año Nuevo en Times Square.
En la limítrofe Canadá, la provincia de Quebec impuso un límite de seis personas o de dos burbujas familiares para reuniones en casas desde el 26 de diciembre, mientras que la Columbia Británica cerró bares, discotecas y gimnasios.