¿Qué le pasa a nuestro cuerpo si dejamos de tener sexo?
La mayoría de las personas en confinamiento probablemente estén experimentando grandes cambios en su rutina habitual. Los boliches y los bares permanecen cerrados, y las aventuras de una noche son prácticamente ilegales. No hay viajes de oficina, ni viajes de estudio; no hay fiestas a las que asistir, ni cenas grupales que planificar. No es sorprendente, entonces, que para muchas personas, esos cambios también puedan estar afectando su vida sexual.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos recomiendan que las personas se mantengan al menos a 2 metros de distancia entre sí en todo momento, a menos que vivan con una pareja o un familiar. Esa distancia ciertamente reduce la posibilidad de contacto físico con un desconocido, lo que significa que las citas, casuales o no, están en espera indefinidamente para muchas personas en todo el mundo. Y dado que la investigación ha demostrado que el tacto es beneficioso para nuestra salud física y mental, estas precauciones necesarias son frustrantes para aquellos que anhelan ese nivel de intimidad pero se les niega en nombre del bien común.
Pero incluso para aquellos que hoy pasan más tiempo de lo normal con sus parejas, la dinámica es más complicada. Para algunos, es una distracción bienvenida, pero para otros la ansiedad de la situación ha desterrado la intimidad. La depresión y la ansiedad tienen un efecto negativo sobre la libido; algunas personas también están sin trabajo y el desempleo puede afectar el deseo sexual. Lo único que se sabe es que no hay una forma “correcta” de manejar momentos sin precedentes como estos.
En una encuesta de poco más de 9.000 personas de NBC News, solo el 24% dijo que el brote de coronavirus había afectado positivamente sus vidas sexuales (28% eran neutrales y 47% dijo que los había afectado negativamente). Se presentan tres posibles escenarios en el contexto de las relaciones: vivir bajo el mismo techo con la pareja, permanecer en casas separadas y estar soltero.
“Para todos es todo un tema. Nunca estuvimos tanto tiempo solos o con otras personas, nos empezamos a mirar de otra manera, tenemos miedo, pánico y bronca, y al mismo tiempo nos bombardean con cosas que al parecer hay que hacer: charlar con amigos, hacer ejercicio, encontrarse con uno mismo y pensar en positivo”, explicó consultada por este medio Florencia Salort, médica ginecóloga, sexóloga y coordinadora de Extensión Universitaria del servicio de Ginecología del Instituto Universitario del Hospital Italiano.
El cuerpo humano está planificado para beneficiarse y gozar del sexo y, sin embargo, las personas pasan por “períodos de sequía» en la cama por todo tipo de razones. Pero si ese paréntesis de inactividad se extiende el tiempo suficiente, puede tener un efecto en el cuerpo y en la mente de las personas.
La forma en la que no tener relaciones sexuales puede afectar el cuerpo varía según la salud o la edad de las personas. En el caso de las personas sanas que solo han dejado de tener relaciones sexuales debido a la falta de una pareja sexual o como consecuencia de una elección consciente (y no por alguna otra razón física), podrían experimentar algunos cambios físicos y psíquicos perjudiciales. Entre ellos, aquellos que se abstienen del sexo comienzan a sentirse más lentos, con menos vitalidad y hambrientos de experiencias sexuales.
El sexo es en parte físico y en parte mental. Cuando las personas tienen relaciones sexuales, generalmente tienen contacto piel con piel, y este tipo de contacto es la forma primordial en la que nosotros, como humanos, nos consolamos. Dacher Keltner, un sociólogo de la Universidad de California en Berkeley, se preocupa por el impacto a largo plazo del distanciamiento social en los solteros que viven solos. Sostiene que el tejido de la sociedad se mantiene unido incluso por el contacto físico más pequeño.
“El tacto es una condición social tan importante como cualquier otra cosa”, dice Keltner. “Reduce el estrés. Hace que las personas confíen unas en otras. Permite la cooperación. Cuando miras a las personas en confinamiento solitario que sufren de privación táctil, ves que pierden la sensación de que alguien les respalda, que son parte de una comunidad y están conectadas con otros«.
La conexión sexual regula el estado de ánimo mediante la liberación de la hormona del bienestar, la oxitocina. El sexo puede ayudar a estimular el espíritu a través de las endorfinas que elevan el estado de ánimo. Y sin el beneficio de estos estímulos naturales, las personas pueden ser propensas a sentirse más deprimidas.
“El encuentro sexual es una parte fundamental de la vida interpersonal. Sentimos el deseo, la intensidad del amor y del placer, nos entregamos al otro sin perder la individualidad y tenemos la capacidad innata de proyectar la vida en compañía. En síntesis: el gran desafío de ser singulares en una experiencia íntima compartida. Si esa fuerza llamada libido es inherente a lo humano, la represión o sublimación de la misma son adquiridas. La vida sin sexo tiene sus consecuencias fisiológicas y anímicas«, explicó Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Menos sexo, menos defensas
Según una investigación publicada en la revista médica Frontiers in Immunology, las relaciones sexuales regulares mejoran el sistema inmunológico y preparan al cuerpo para combatir las enfermedades mediante la liberación de endorfinas.
Para Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico, la experiencia sexual es “el conjunto de emociones, sensaciones corporales, intenciones y percepciones sobre la otra persona que promueven la activación de sus sentidos y emociones”.
«Sentirse validado, seguro, comprendido y el hecho de tener la posibilidad de poder brindar lo mismo a un compañero genera un estado de enorme bienestar. Esto es, en definitiva, lo que beneficia a las personas y activa su sistema inmunológico”, indicó la especialista.
El estímulo erótico incrementa los niveles de hormonas sexuales estimulando el deseo y las ganas de conexión corporal. Los neurotransmisores que más influyen en la erótica son la dopamina, la noradrenalina y niveles adecuados de serotonina. “Por los primeros, aumenta el deseo y se predispone al cuerpo a tener más energía y buen tono muscular; la serotonina mejora el ánimo y permite que nos concentremos mejor en la conexión erótica (reduce la anticipación ansiosa, sobre todo en personas que temen “fallar” y se exigen complacer al otro)”, aseveró Ghedin.
Este influjo de sustancias impacta en forma positiva en la confianza y en la relación con el propio cuerpo. La persona que tiene una vida sexual activa y satisfactoria recibe, cada vez que lo realiza, aportes benéficos. El sexo y la sexualidad son un alimento para la estima y la valoración personal. Sentirse bien con uno mismo es el primer paso para estar bien con el otro y para afrontar mejor la vida en pareja.
Menos lubricación y debilitación en las paredes vaginales
En las mujeres que ingresan a la menopausia, no tener penetración vaginal puede implicar que las paredes vaginales pierdan su grosor y provoquen (en el caso de que alguna vez aparezcan) relaciones sexuales dolorosas. Según la Sociedad Norteamericana de Menopausia, las relaciones sexuales regulares son importantes para la salud vaginal después de la menopausia. Las mujeres mayores que no tienen relaciones sexuales tienen más probabilidades de afinar y resecar los tejidos.
De la misma manera, el pene tiene musculatura y con la escasez de las relaciones sexuales se puede generar en ella una atrofia. “El tiempo que tarda en producirse la atrofia es muy propio de cada persona. Para poder ejercitar la sexualidad no hay nada mejor que la automasturbación, el autoconocimiento, el explorar las zonas que nos dan placer y descubrir nuevas también. El coito regular protege contra el desarrollo de la disfunción eréctil y en el caso de las mujeres las protege contra la atrofia vaginal. El entrenamiento es esencial, la irrigación sanguínea siempre ayuda”, sostuvo Mariana Kersz, psicóloga especialista en terapia de parejas y sexóloga.
Al igual que con el adelgazamiento de las paredes vaginales, en mujeres mayores la vagina también puede tener dificultades para volver a lubricarse. Esto sucede a medida que las mujeres envejecen debido a la falta de hormonas como el estrógeno. Si se toma a una mujer joven de 20 o 30 años como ejemplo, esto no ocurrirá debido a que sus organismos todavía producen estrógeno y se aseguran de que esos tejidos se mantengan saludables, elásticos y lubricados mientras no tenga relaciones sexuales. Sin embargo, la lubricación vaginal disminuye con la edad, y si las personas no se encienden a través del placer propio, libros eróticos, videos o una pareja, puede comenzar a disminuir más rápidamente.
Las endorfinas que se obtienen de los orgasmos ayudan a lidiar con los calambres menstruales. Sorprendentemente, el sexo puede ayudar a aliviar los calambres durante el período. El útero es un músculo y a muchas mujeres el orgasmo les provoca una contracción uterina, lo que provoca que la sangre se expulse más rápidamente, lo que a su vez disminuye los calambres menstruales. Además, el aumento en las endorfinas también ayuda a combatir este fenómeno.
La sexualidad, un gran aliado contra el estrés
Como consecuencia de la ausencia de secreción de felicidad que genera el contacto humano se ha demostrado un aumento en los niveles de estrés. Esta tensión se traduce en un aumento de la presión sanguínea y del cortisol, hormona que se libera como consecuencia del agobio y la angustia o depresión. Sin embargo, si bien las investigaciones han demostrado que la depresión y la falta de sexo están vinculadas, esto refleja una asociación, no causa y efecto. Si una persona sana deja de tener relaciones sexuales, no se deprimirá por eso. La falta específica de actividad sexual no va a causar depresión clínica, a pesar de la alta correlación.
El acto sexual regular contribuye a que dos personas se sientan emocionalmente más cercanas, lo que abre la puerta a una mejor comunicación. Las parejas que tienen relaciones sexuales con más frecuencia tienden a decir que son más felices que las que lo hacen con menor frecuencia. “No se trata de tener maratones sexuales, sino que los beneficios de la actividad sexual se obtienen cuando esta se realiza con parejas en las cuales existe un vínculo amoroso y la seguridad de no correr riesgos de contagio de ETS”, aseveró Literat.
“El sexo, tanto con uno mismo como con una pareja sexual, es un intercambio emocional muy placentero para el cuerpo y la salud mental. Los seres humanos somos seres de hábitos y cuánto más tiempo pasamos sin sexo, más nos acostumbramos a vivir sin eso. Sería como quitarle algo más a la salud que puede ser positivo en muchos sentidos. Tampoco hay que sentirse obligados a hacerlo, soy partidaria de la libertad y me costaría hablar de por qué la gente debería hacerlo”, concluyó Salort.
Pasar mucho tiempo sin sexo puede ser una experiencia frustrante si lo que se prefiere es estar sexualmente activo. Sin embargo, un período de abstinencia puede ser una oportunidad para el crecimiento personal y el amor propio. Si bien es posible que se pierdan temporalmente los beneficios del sexo para la salud, será cuestión de tiempo para recuperarlos.
“Cuando esto termine habrá un deseo enorme de vivir. Todo mundo tiene deseos de vivir y eso va a prevalecer. Si no prevaleciera el instinto de vida por el de destrucción en la raza humana ya hubiéramos desaparecido”, sostuvo consultada por este medio Claudia Borensztejn, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.