Revelan que al menos «1.100 argentinos fueron victimizados» en la Europa controlada por los nazis
Revelan que al menos «1.100 argentinos fueron victimizados» en la Europa controlada por los nazis
Al menos «1.100 argentinos fueron victimizados por los alemanes, sus aliados y colaboradores entre 1933 y 1945» en la Europa bajo el control de la Alemania nazi, según una investigación cuyos resultados preliminares fueron difundidos al cumplirse este mes el 80° aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo de la historiadora especializada Marcia Ras presenta la particularidad, además, de no abonar la «tesis del «abandono de nacionales» por parte de los funcionarios diplomáticos acreditados en Europa», ya que los «datos recabados apuntan en una dirección opuesta».
El objeto de estudio son los residentes en Europa cuya ciudadanía argentina «fue reconocida por al menos el Tercer Reich o la Argentina», ya sea por tratarse de nativos, naturalizados, hijos o cónyuges de ciudadanos o porque fraguaron su documentación. En casi todos los casos se trató de personas con doble nacionalidad.
«Estamos hablando de 1.100 personas damnificadas de alguna manera; fueran considerados judíos o no», dijo Ras a Télam tras disertar en las jornadas académicas «A 100 años de la Semana Trágica. A 80 años del comienzo de la Segunda Guerra Mundial» que organizó la semana pasada el Museo del Holocausto.
No obstante «aproximadamente la mitad (de los argentinos victimizados) fueron de religión judía» y entre «los más de 200» argentinos muertos durante el holocausto «la proporción de fallecimientos es seis veces mayor entre los judíos»
Mientras los judíos fueron perseguidos por motivos «raciales» según las categorías de las Leyes de Nüremberg, «los no judíos lo fueron por distintos motivos como acciones de resistencia, la comisión de actos ‘delictuosos’ -como cruzar ilegalmente la frontera o tratar de evadir el trabajo obligatorio-, o la militancia comunista», contó.
«Entre los no judíos las víctimas fueron principalmente hombres en edad militar, mientras que entre los judíos tenés familias enteras: sociológicamente son casos diferentes», dijo.
La autora hace recaer en la categoría «victimización» diferentes prácticas, como la «deportación» a campos de exterminio, la «internación» en campos de intercambio de prisioneros o en campos de concentración o de trabajos forzados, pero también el «encarcelamiento» o la «expropiación».
También la «emigración forzada», la «prohibición de ejercer oficios», «daños de guerra», «la adopción de una identidad falsa para evadir la privación de la libertad», «tortura» y «violación».
La especialista plantea que hasta la ruptura de relaciones entre Argentina y Alemania en enero de 1944, los argentinos considerados judíos «eran tratados como extranjeros no judíos» en la Europa ocupada y gozaron de privilegios adicionales respecto a los ciudadanos de cualquier otro país neutral gracias a que «la embajada argentina en Berlín logró obtener un estatuto absolutamente excepcional» para sus connacionales.
Y después de la ruptura de relaciones con el Tercer Reich «no fueron deportados a campos de exterminio, sino que fueron internados: los llevan a lugares específicos de intercambio de prisioneros o de tránsito donde tenían restricciones de movimiento, pero no estaban obligados a hacer trabajos forzados», dijo.
«Esa concesión se hace en atención a los intereses alemanes en Argentina, donde había más de 70 mil residentes y muchas empresas alemanas, por lo que ante cualquier acto recíproco, nuestro país podría causarle mucho más daño de lo que Alemania podía hacerlo», dijo.
No obstante, «siempre podía ocurrir que se los deportara bajo su otra ciudadanía», ignorando la protección que pudiera representarles ser considerados argentinos.
«Los alemanes querían deportar a todos los judíos: con los argentinos no podían, pero ni bien encontraban un motivo para hacer caer la regla, la aplicaban», afirmó.
La investigación muestra además que las deportaciones de judíos argentinos a campos de exterminio que habían comenzado a crecer en 1941 con la implementación de la «solución final», tuvieron su pico en 1944, cuando se registró el 42% de los traslados.
«Unos poquitos (judíos argentinos) sobrevivieron al final de la guerra, sobre todo entre los deportados, porque en general fueron trasladados a campos de exterminio. Estamos hablando de casos contados: en Auschwitz sobrevivieron dos o tres, pero en Treblinka no salió ninguno con vida», dijo.