Ya estarán haciendo jueguitos entre las nubes…(video)
Pelé y Diego Maradona se conocieron en 1979, en un encuentro propiciado por la revista El Gráfico: el brasileño ya protagonizaba su «gira despedida» en el Cosmos, de Estados Unidos, y el «10» mostraba sus credenciales de heredero en Argentinos Juniors. La historia traería luego esa tensión de ambos, a veces silenciosa, a veces no, en reclamo de un trono que para muchos compartieron.
Como sucedería tiempo después entre el propio Diego y Lionel Messi, tal vez como sucediera antes entre el propio Pelé y Alfredo Di Stéfano, la comparación no llegó nunca a ningún lado, perdida en la esquina imposible de emociones y contextos.
Pelé tocó la guitarra en aquel primer encuentro y volvió a tocarla muchos años después como invitado especial de «La Noche del 10», el programa que Diego hizo una temporada en Canal 13. Esa vez el brasileño cantó: «Vos querés ser yo, yo quiero ser vos».
Diego respondió con «El sueño del pibe» y la letra modificada: «Ganaré dinero. Seré un Maradona, un ‘Bati’, un Pelé». Era 2015, la inédita diplomacia televisada del «Pelusa».
Antes del final del programa, una emisión histórica de un ciclo inolvidable, Diego lo invitó a un último sueño: hacer «un cabeza».
Lo hicieron. Ahí están las imágenes, al alcance de todos.
Más allá, Pelé solía recriminarle a Diego sus formas, su verborragia, el desorden de su vida personal, esas cosas; Diego le adjudicaba a Pelé cierta cercanía con el poder de la FIFA, una tendencia a callarse ante la injusticia. Eso además de pedir para sí mismo, cada uno, el trono del fútbol de todos los tiempos.
En la mesa de los más grandes están seguro. Con Di Stéfano, con Messi, tal vez con un último integrante: el neerlandés Johan Cruyff.
Pero, en el medio y como quedó reflejado en aquellos encuentros -en los extremos de su relación-, siempre hubo cariño y respeto.
El 25 de noviembre de 2020, día del fallecimiento de Diego, Pelé escribió: «Qué noticia triste. Yo perdí un gran amigo y el mundo perdió una leyenda. Que Dios dé fuerza a sus familiares. Un día, espero que podamos jugar juntos a la pelota allá en el cielo».
Tal vez ya estén eso. Acá queda el cielo de lágrimas, de goles y de emociones memorables que ambos, a su manera, construyeron.