Caso Fernando Báez Sosa: Declararon el policía que le realizó RCP Y el guardia de seguridad del boliche
Luego, arribaron Pablo Ventura -falsamente acusado por el crimen en 2020 y luego sobreseído- y su padre José María, para declarar como testigos.
La jornada la cierra el testimonio de Maximiliano Rosso Suárez: el policía que le practicó RCP a la víctima e, incluso, intentó reanimarlo con un desfibrilador.
Poco antes de las 9 arribó al tribunal Marcos Pertossi, padre de Lucas, uno de los ocho acusados, junto con los fiscales acusadores, los abogados de la defensa y la querella.
Además, se sumó a esta tercera audiencia Silvia Irigaray, la madre de Maximiliano Tasca, uno de los tres jóvenes asesinados en la Masacre de Floresta en diciembre de 2001. La mujer, que integra la asociación Madres del Dolor, conversó con los padres de Fernando Báez Sosa esta mañana.
Los rugbiers ingresaron a la sala a las 9:33, rodeados por el anillo de 13 penitenciarios que los custodia. En el sector derecho de la sala, de lado de los familiares de la victima, están Tomás D’Alessandro, uno de los nueve amigos de Fernando que declaró en la segunda jornada y Óscar Rossi, el papá de Julieta, novia de la víctima, que declaró el martes también.
Marcial Thomsen, padre de Máximo, el principal acusado, también está presente.
A las 10:08, los jueces del tribunal tomaron sus asientos y dieron comienzo a la audiencia. Pablo Ventura ingresó a la sala.
Declara Pablo Ventura:
Ventura tomó asiento para declarar. Antes de ingresar al juicio, aseguró que “con buena cara no voy a mirar” a los rugbiers acusados. Ni siquiera los miró, al tenerlos por primera vez cara a cara luego de casi tres años.
Dijo que no conoció a Fernando Báez Sosa y que al único de los imputados que conocía a es a Máximo Thomsen. “Con ellos (los rugbiers) no tenía ningún tipo de trato, solo sabía quiénes éran porque éramos de la misma ciudad”, dijo. El MPF preguntó si alguna vez habían tenido algún altercado o problema con él. El defensor Hugo Tomei objetó la pregunta y la presidenta del tribunal no hizo lugar a la objeción.
Ventura amplió: “Con Lucas Pertossi, porque una vez habló mal de mí. Dijo que yo le parecía un tonto. Nos miramos mal en un boliche”.
“Vos acá estás como testigo, pero sabemos que estuviste imputado en la causa”, le dijo el fiscal Gustavo García y le pidió que rememore “qué fue lo que sucedió”.
Entonces, relató el momento en que fue detenido. Los rugbiers miraron atentos su relato. Luciano Pertossi, el más alejado del estrado, estiró su cuello para ver:
“Me vino a buscar la Policía a mi casa, me llevan a campana, no estaba esposado ni nada. Me sacan el DNI y el celular y me dicen que tengo que ir a Gesell por el asesinato de un chico. Me esposan y me suben a un auto. En Villa Gesell me recibe la DDI y cuando llego ahí preguntaba porqué estoy ahí y ahí me explican que se me inculpaba del asesinato de un chico”, afirmó. Recordó que el expediente no marca quién lo culpó.
“Estuve 3 o 4 días incomunicado. El lunes me llevaron a declarar, me llevaron tapado primero. Me encuentro con mi abogado que me dice que voy a tener que declarar. Yo dije que sí porque no tenía nada que ver”, siguió.
Luego, le exhibieron mensajes que cruzó con un primo suyo tras enterarse del crimen y de que los rugbiers habían sido detenidos. Un mensaje dice: “Los odio yo. Ojalá vayan presos por pelotudos porque mataron a un pibe”, escribió Pablo.
EL MPF le pregunta por qué. Ventura contesta: “Varias veces a la salida del boliche los había visto pelear en grupo allá en Zárate. En grupos de 3, 4, 5. Contra dos personas. Siempre eran mayoría ellos”.
Siguieron con otros mensajes que se mandó con un amigo, “Fran”. “Ojalá los metan en cana. A Lucas Pertossi y a (Matías) Benicelli los odio más que nada”, escribió Pablo.
El MPF pregunta por Benicelli, a quién no nombro. Ventura dice: “No una vez tuve un cruce, pero nada más…”
En otro chat a un amigo, le dice: “Me quieren meter a mí en el quilombo de Gesell. Aparentemente uno de los que estaban en Gesell me nombró a mí. Si me nombró Pertossi lo hago cagar, te juro”.
Su amigo le dice: “Qué paja, recordá que estuviste conmigo en casa anoche”.
Burlando y Tomei interrogan a Pablo Ventura:
“Debe haber sido Lucas Pertossi porque siempre la flashea conmigo. Te juro que ahí si voy a ir preso pero por matarlo”, escribe Ventura en otro chat a su amigo, que fue ventilado en la audiencia.
La presidenta del tribunal, Claudio Castro, interviene y pide que Pablo diga si él escribió esos chats. Ventura los reconoce como propios. Burlando preguntó si odiaba a los acusados. Al contrario de los chats, el testigo expresó que no.
El querellante, tras consultarle cómo fue su detención, preguntó cómo se llevaba con los imputados: “Antes los conocía de vista y nada más. Y después lo mismo porque nunca más los volví a ver”, siguió. Se le pregunta “por qué motivo pasó todo esto, por qué tu nombre aparece en el expediente”. El joven remero reiteró lo que expresó en múltiples ocasiones: “Porque alguien me nombró y nunca supe quién fue”.
Luego, fue el turno de Hugo Tomei de contrainterrogar al testigo. Le preguntó si alguna vez lo atacaron. Ventura dijo que no. También aseguró que no tiene conocimiento de que alguna vez “hayan dejado internado a alguien”. “No, ni idea”, agregó.
Poco después, el interrogatorio concluyó y fue el turno de José María Ventura.
Uno de los chats de Pablo Ventura chats publicados en la audiencia de ayer.
Declara el padre de Pablo Ventura:
Tomei comenzó su interrogatorio de José María Ventura preguntándole por la demanda por daños y perjuicios que su hijo le realizó al Poder Judicial y a la Procuración, donde reclama diez millones de pesos por su encarcelamiento y sus cuatro días de encierro. “Habría que hablar con el abogado”, dijo, en referencia al patrocinante, Marcelo Olmos, al que Tomei anunció que citaría como testigo.
Ventura padre, por pedido de Burlando, cómo cómo la falsa acusación de Pablo, seguida de su detención, repercutió en la familia. “Nos hicieron mucho daño. No es por hacernos las víctimas, pero nos cambió la vida porque Pablo no quería salir de casa. Después de a poco empezó a salir a remar y salir al gimnasio”, dijo.
Y siguió: “Tuvimos bronca mucho tiempo. ‘¿Por qué tanta cizaña?’, pensábamos. Aparte de bronca, lo que tenían estas personas contra mi hijo era envidia, porque él era completamente diferente a ellos”.
Ventura padre dice que él conocía a Marcelo Comelli, padre de Enzo Comelli: “Estaba todo bien hasta que me quiso tomar de tonto”. “Cuando viajé a Villa Gesell, me dijo que ninguno de estos pibes lo había nombrado a Pablo y era imposible”, contó.
“Después de la barbaridad que hicieron, para mí, son asesinos”, dijo sobre los rugbiers: “Hicieron un acto de cobardía total: nombrar un inocente. Los diez. Y hablo de los diez, porque tanto (Alejo) Milanesi como (Juan Pedro) Guarino (sobreseídos en la causa) estaban al momento del allanamiento y ellos escucharon quien lo dijo. ¡Yo digo que son unos cobardes!”, gritó José María Ventura.
Al dejar su asiento, miró enfurecido a los acusados. En ese momento, Máximo Thomsen dejó caer su barbijo al mentón.
Finalizado el turno de Ventura padre, Franco Cervera, amigo de Báez Sosa, tomó el asiento de los testigos.
En su relato, el joven hizo referencia a la pelea frente a la disco Le Brique y puso énfasis en una persona de flequillo que no dejaba pasara “a ese lado” en alusión a donde golpeaban a la víctima. El MPF le pregunta si lo reconoció en la rueda. “Sí, era Ayrton Viollaz”, contesta.
Viollaz, precisamente, está imputado de bloquear a los amigos de Báez Sosa que intentaban salvarlo mientras sus cómplices lo atacaban en el piso.
El acusado, que también tiene el barbijo por el mentón, mira la pantalla del tribunal donde proyectan dos videos y el testigo señala donde estaba al momento de la pelea.
Tras un breve cuarto intermedio, declara Luciano Bonamaison, amigo de la víctima presente en Villa Gesell el día del crimen.
El testigo dijo que estaba en el boliche cuando sus amigos le cuentan que habían tenido una pelea con quien luego fue reconocido como Luciano Pertossi y que por eso lo habían retirado a Fernando Báez Sosa del boliche. “Salimos y cuando Fernando nos estaba contando lo que había pasado en Le Brique, nos arman una especie de ‘emboscada’, nos rodean, era como 8, según calculé en ese momento. Vivieron de la derecha y de la izquierda”, contó, para después apuntar directamente contra Máximo Thomsen. “Yo vi cómo Máximo Thomsen, a quien reconocí en la rueda, le pegaba un patada a Fernando con odio, con brutalidad, con intención de matarlo”, expresó.
“¿Cómo sabés que se peleó con Luciano Pertossi?”, preguntó el MPF.
“Porque me lo dijeron Juan Manuel Pereyra Rozas y Tomás D’Alessandro”, respondió, refiriéndose a otros dos amigos de Báez Sosa.
Dijo, además, que cuando quisieron intervenir para ayudar a su amigo, varios de los imputados no los dejaban acercarse; “Lo fueron a buscar a Fernando, no al resto”.
El quinto testigo de la jornada, Juan Manuel Pereyra Rozas, amigo de Báez Sosa, afirmó que lo golpearon adentro del boliche e identificó a Luciano Pertossi como quien le propió el golpe.
Cuando sale, asegura que lo vuelven a golpear, que el golpe vino de atrás, que “lo deja aturdido” y entonces corre. Luego, vuelve al lugar. Aseguró que otro de sus amigos envió un mensaje al grupo de WhatsApp que compartían, en el que les contó que Fernando “estaba inconsciente”.
La querella pide precisar en qué parte de Le Brique sucede el incidente. “Estábamos caminando por la pista en dirección a la salida del boliche”, afirmó. Luego, aseguró que tuvo miedo de Luciano Pertossi, que lo vio “como enojado” y que se fue al patio de la disco “a tomar aire”. Ya afuera, cuando el mismo grupo los ataca, volvió a sentir el mismo miedo y se retiró.
Tras la golpiza, Rozas también sufrió lesiones en la oreja e “hinchazón en el pómulo derecho”.
En este marco declaró Cristian Ignacio Gómez, seguridad del boliche ese 18 de enero de 2020 quien complicó a Matías Benicelli y a Máximo Thomsen. Explicó que el momento del incidente fue cuando “se armó un pogo”, mientras en Le Brique estaba tocando un artista (Nea Pistea).
“Con mis compañeros trabajamos en equipo. En un momento veo que uno deja su lugar para separar a un grupo y se baja de la tarima para separar. Entiendo que estaba separando a Thomsen de Fernando Báez Sosa. Mi visión es lejos, es de noche”, describió el testigo que declaró por via telemática ya que está en la provincia de Neuquén.
Y recordó: “Cuando llego, la pelea estaba iniciada. Termino calmando y reduciendo a Matías Benicelli, que agredía a todo aquel que identificara como rival o de otro grupo. Yo lo saqué de Le Brique. Reduciéndolo con los brazos en la espalda”.
Luego, continuó: “En ese momento, escuché que alguien me dice: ‘A él no lo sacás’. Me miraba con cara de loco, sacado, agresivo. Resultó ser Thomsen”.
Tomei le pide que defina a qué se refería con “loco, sacado, agresivo” que le adjudicó a Máximo Thomsen. “Puede ser el alcohol que tomaron dentro. Lo que si entiendo es que estaba totalmente sacado”, cerró el testigo y se fue de la sala.
Hugo Tomei, defensor de los rugbier, le pidió a Fabián Maximiliano Ávila, empleado de seguridad de Le Brique al momento del crimen, que identifique a quién le pegó Fernando en el boliche. “A (Máximo) Thomsen. Como yo lo sostenía, nos caímos los dos porque me tropecé con un escalón”, dijo.
Con eso, culminó su declaración. El siguiente testigo declara por vía telemática desde la provincia de Neuquén. Se trata de Cristian Ignacio Gómez, compañero de Ávila en Le Brique ese 18 de enero de 2020.
La defensa le pidió al jefe de seguridad de Le Brique. Alejandro “Chiqui” Muñoz, que dibuje en un plano por dónde sacó a ambos grupos. También le consultó si había personal de seguridad a cargo afuera del boliche, pero el testigo le explicó que los dejó con la Infantería de la Policía Bonaerense y que los oficiales les dijero que se fueran.
“Después de ese hecho estuve cuatro días sin dormir. En la calle veía que la gente me miraba como si yo fuera uno de los culpables”, refirió Muñoz y, luego de responderle al Ministerio Público Fiscal que mide 2,03 metros y que pesa 150 kilos; Fernando Burlando tomó la posta y soltó: “Y, así y todo, le costó sacar a Thomsen. ¿Cuánto cree que pesaba?”
Muñoz: 90 kilos, estimo.
Luego, se retiró de la sala y, al salir, se abrazó con Graciela Sosa: lloraron los dos.
Se quebró el jefe de seguridad del boliche y complicó a Thomsen y Benicelli
Alejandro “Chiqui” Muñoz, jefe de seguridad de Le Brique al momento del crimen de Fernando, es imponente: mide 2.03 metros, pesa 150 kilos y este miércoles dijo que necesitó pedir ayuda para expulsar a Máximo Thomsen.
“Cuando llegué la pelea ya había terminado. Me lo señalan a Thomsen, trato de sujetarlo solo y me hizo tanta fuerza que tuve que pedir ayuda a uno de mis compañeros para sacarlo. A Fernando, en cambio, lo sacaron tranquilo, no tenía camisa”, recordó.
Y agregó sobre el rugbier: “Lo tuvimos que sacar entre dos porque estaba muy agresivo. Thomsen era el más alterado”. Luego, relató: “Cuando llego a la puerta veo a todos los ‘rugby’ y veo que se van turnando para pegar a Fernando: trataban de separar a los amigos y dejarlos a cinco o seis metros. Unos cubrían a los amigos y otros le pegaban (a Fernando). Uno que estaba con camisa blanca con rodete (N. de la R. por las fotos es Matías Benicelli) le pegó y Fernando no se levantó nunca más. La daban patadas constantemente. El que más le pegaba fue el chico que saqué yo: Thomsen. Me concentré en él porque, mirá que yo soy grande, pero no lo pude contener”.
Se proyectaron dos videos durante el testimonio de Muñoz y el testigo refirió que a los imputados los sacaron por Avenida Buenos Aires, y que a Fernando y sus amigos, por la entrada principal, sobre la Avenida 3. Dijo que es parte del “protocolo”. “Yo siempre les digo que se vayan a su casa, pero acá hubo una diferencia: unos salieron violentos, otros no”.
En el momento crucial de su testimonio, Muñoz se quebró: “Hace veinte años que trabajo de esto y jamás vi tanta saña. Todo patada, patada, patada”.
“Cuando vi que se empezaron a pelear en el medio de la pista, yo bajé, pasé entre medio de la gente y justo vi a Fernando y a uno de los chicos. Yo agarré a uno de los ‘rugby’, no sé quién era, uno de pantalón corto. En ese momento, Fernando, que tenía la camisa rota, le pegó una piña en el estómago al que yo sostenía. Nos caemos los dos para atrás, y ahí me levanto y lo agarro a Fernando y le digo que me acompañe afuera”, relató el testigo.
Y siguió, al tiempo que señalaba el video donde se veia cómo retiraban a los imputados del boliche: “La otra persona quedó en la pista y la sacaron mis compañeros. No sé de quién se trataba. Si tuviera que describirlo diría: pelo castaño larguito, pantalón corto y camisa. Creo que lo sacaron Alejandro Muñoz y otro más, que no me acuerdo el apellido”.
Luego detalló que al llegar la asistencia le colocaron el desfibrilador y él se ocupó de “cuidar el perimetro, evitar que se siguiera juntando gente, y parar peleas que se seguían suscitando alrededor del boliche”.
El oficial dió detalle de cómo estaba el cuerpo de Fernando: “Tenía sangre sobre la nariz y el torso desnudo. Le faltaban las zapatillas. Tenía un jean y nada más”.
En el momento más angustiante del testimonio del policía que le intentó salvar la vida a Fernando Báez Sosa, Rosso Suáres describió: “Paramos otra pelea y vuelvo (a Le Brique). El chico estaba tendido en el suelo, le faltaban la remera y las zapatillas. Le habían puesto una campera para taparlo. Le tomé el pulso y no tenía”.
Y continuó: “Comienzo a hacerle las maniobras de RCP. Luego, llamo pidiendo apoyo y una ambulancia al lugar. Pasado unos minutos, o no sé cuánto tiempo, viene un móvill de bomberos a asistirme y, luego, la ambulancia”. Tras unos minutos en el lugar, el policía indicó que a Fernando lo trasladaron y que él se quedó frente al boliche “parando peleas que sucedían”.
El policía recordó que no fue el único en intentar salvar a Fernando, que una joven también le hizo luego maniobras de RCP; pero que antes de eso fue él quien le constató el pulso colocando su “mano sobre el cuello, sobre la arteria, y contando… No sentía y, además, estaba quieto, no se movía”.
Entonces relató que la noche del crimen fueron con su grupo hacia el frente de Le Brique porque se escuchaban “gritos”. Y siguió: “Veo a un chico en el piso, rodeado por gente y gritos. Pregunto qué había pasado y me dijeron que hubo una pelea; y (les pido) si podían informarme quiénes lo habían golpeado. Comuniqué a mi comisión los detalles que me brindaron: ‘Tres personas, uno camisa negra, otro rastas, camisa blanca rasgada’. Con esos indicaciones mande al grupo a buscar a esas personas”.