Promociones, delivery y ventas online: estrategias de los sellos independientes frente a la crisis
Las editoriales independientes argentinas vienen sobreviviendo a la crisis económica del país desde hace años y encuentran ahora, con el cierre de imprentas y librerías por efecto de la cuarentena, un obstáculo más que intentan sortear con nuevas estrategias para llegar a los lectores como la venta online, los envíos a domicilio, el lanzamiento de combos promocionales y la implementación de alianzas.
Vanina Colagiovanni es bien clara al marcar las estrategias de la editorial Gog y Magog para superar este momento. Las tiene enumeradas, son cuatro: el primer punto es poner mucho esfuerzo en la venta online a todo el país -en Buenos Aires con envíos gratuitos si compran dos o más libros- lo que logró movilizar el catálogo incluso de libros que no se conseguían en librerías. El segundo punto fue asociarse con la editorial Caleta Olivia para armar combos y envíos conjuntos de novedades o textos de ambos catálogos que «maridan» entre sí, por ejemplo «El pájaro rojo» de Mary Oliver y «La materia de este mundo», de Sharon Olds».
«Esto tuvo muchísima respuesta -asegura Colagiovanni a Télam-, estamos con muchos envíos todas las semanas. Y con muy buena experiencia con Caleta Olivia: la unión fortaleció a los dos proyectos. Por otro lado, seguimos apostando a librerías y vendiendo nuestras novedades y recomendando que vayan a las que venden online. Y el cuarto punto es haber migrado parte de nuestro catálogo a epub, al libro digital. Ya tenemos 15 títulos e iremos por más», explica.
Editorial Sigilo nació hace cinco años, en un momento en que el sector ya daba señales preocupantes que solo se agravaron en los años siguientes: por eso, para el editor Maximiliano Papandrea «la estrategia para sobrellevar estos meses estaba planteada en la misma concepción de la editorial: por un lado, una estructura pequeñísima y bastante autosuficiente (somos dos editores que hacemos casi todas las tareas, uno en Argentina y otro en España) y, por otro, la voluntad de hacer lo mejor posible nuestro trabajo confiando en que iría dando frutos con el tiempo, cosa que empezó a pasar en los últimos dos años».
Papandrea, sin embargo, destaca la ayuda que constituye el trabajo colectivo con otros actores del sector librero: «Nos está salvando la maravillosa red de librerías pequeñas y medianas que tenemos en nuestro país, junto con el esfuerzo enorme que viene haciendo nuestra distribuidora Carbono, dirigida por los colegas de Godot y Gourmet Musical», enumera.
Ivan Rosado es una editorial muy chica con sede en Rosario donde todo lo hacen entre dos, Ana Wandzik y Maximiliano Masuelli: no tienen empleados, y además son familia y trabajan en sus casas. «Esta situación no modificó demasiado nuestra manera de trabajar, o un poco sí: al estar en la casa y solo en la casa hemos trabajado más, adaptándonos a los tiempos y progresivos regresos a sus locales de las imprentas y librerías con las que nos manejamos», apuntan.
Ana y Maximiliano cuentan que intentan por un lado «no hacer ningún tipo de cambio abrupto en nuestra vida editorial y por otro lado de mantener el flujo de novedades programadas más o menos en tiempo y forma, aunque estos meses dieron buena cuenta de que no existe nada urgente».
Mariano Blatt de la editorial Blatt & Ríos afirma que «el sector editorial, comparado con algunos otros rubros de la actividad económica y cultural -como el de la música o el teatro- «no está en la peor situación». Su socio, Damián Ríos, agrega que «hace ya varias semanas que se permitió el funcionamiento de las librerías (sea con envío a domicilio, sea con protocolo de atención al público dentro del local) y cuando eso ocurrió hubo un pequeño repunte de las ventas, debido a que precisamente una de las cosas que se puede hacer cuando uno pasa mucho tiempo en casa y quiere desenchufarse de las pantallas es leer».
Para los editores de Blatt & Ríos a pesar de esa ayuda, en términos generales las ventas cayeron, ya que las librerías de los shoppings y grandes centros comerciales están cerradas y esos son puntos de venta muy importantes.
Un aspecto fundamental, que no solo lamentan Blatt y Ríos sino el resto de los editores, es que no se pudo realizar la Feria del Libro, y que tampoco se concretará la Feria de Editores, «dos grandes hitos de ventas en el ejercicio anual de una editorial».
Sin embargo, Blatt & Ríos enfrenta esta crisis «en parte gracias a un préstamo muy conveniente que otorgó el gobierno a través de un banco estatal», según confiesa Blatt. A lo cual agregan que han tenido la política de digitalizar todos sus títulos desde 2011 -siempre salen en papel y en digital, más o menos al mismo tiempo-, «así que estábamos preparados para empezar a venderlos, y esas ventas aumentaron bastante en este tiempo, se cuadruplicaron», explica Ríos.
Como se vieron obligados a reducir el plan editorial de este año y a imprimir una tirada menor -sobre todo porque hay menos puntos de venta, porque la apertura de los canales virtuales no llega a compensar el cierre de las grandes librerías- decidieron apostar a los títulos que veían más fuertes para enfrentar un mercado con menos demanda.
Nicolás Moguilevsky de la editorial Mansalva, también remarca que su plan editorial no pudo cumplirse, sobre todo porque «la imprenta con la que trabajamos está cerrada por la pandemia y los libros que tenían que salir para la Feria del Libro no llegaron a imprimirse».
La estrategia que tomaron en Mansalva, cuenta el editor, «fue en principio ofrecer varios de los e-books que tenemos de forma gratuita para que la gente en los primeros días del aislamiento pueda acceder a los libros de la editorial de forma gratuita. También establecimos un sistema de contactos directos con los lectores con importantes descuentos ya que las librerías están cerradas, les ofrecemos varias promociones y combos de distintos libros, todo con envío a domicilio».
Moguilevsky no logra ver un buen panorama post cuarentena, aunque sostiene que desde el sello tratarán de ir poniéndose al día con los títulos que tienen para sacar este año: «el tema es que el impacto económico va a ser el gran problema porque el costo del dólar hará que los libros aumenten un 40%, es decir, que el libro que salía 600 pesos debería salir 1000, por lo tanto, la editorial tendrá que absorber en parte esa pérdida, para no trasladarlo todo al lector», se lamenta.
Otro problema para los sellos independientes, sobre todo para las que no quieren volver a la producción artesanal con tiradas muy pequeñas, testifica Moguilevsky, es que las grandes editoriales están vendiendo directamente a través de plataformas online. Y piensa que «el libro (en papel) está en crisis en Argentina, ya que evidentemente tiene la complejidad de tratar con los obstáculos económicos y al reducir las tiradas hay menos llegada de lectores», concluye el editor.