El «Puma» Goity es «Cyrano» en el Teatro San Martin
“El Puma” tenía dieciséis años cuando su abuelo, aprovechando la admiración del adolescente por Ernesto Bianco en la televisión, lo hizo “debutar” como espectador teatral en la mismísima Sala Martín Coronado del Teatro San Martín, donde el recordado y querido actor encarnaba a Cyrano y sellaba, con su brillo, aquel papel, noche tras noche. “Quedé obnubilado”, confiesa Goity. “Tanto que literalmente salimos a esa vereda ‒señala la avenida Corrientes‒ y le dije a mi abuelo: ‘quiero ser Cyrano’. No le dije ‘quiero ser actor’. Le dije: ‘quiero ser Cyrano’. Y él me advirtió: ‘para eso, primero tenés que ser actor’. Antes de ver la obra, Goity no tenía pensado, imaginado ni soñado en la posibilidad de ser actor. “Entré a la actuación por Cyrano y después, debo reconocer, me encariñé con el oficio. Pero mi objetivo era ser Cyrano. ¿Cómo puedo ser Cyrano? Y la respuesta fue: ‘tenes que estudiar teatro”.
Criado en El Palomar, el Puma cuenta que se dedicó a jugar al futbol y a trepar árboles, como cualquier chico de su edad, aunque reconoce una enérgica inclinación a la buena lectura y también a la música, una vez más, gracias a su abuelo. Varios años después de aquella “obnubilación” que tuvo en el ‘77, la vida lo “depositó” en el subsuelo de una oficina de la obra social del Ejercito: “el último lugar en el mundo donde podés llegar a encontrar o imaginar siquiera a alguien que se dedique a la actuación”, asegura. En aquella oficina pasaba sus días archivando documentación para su jefe, Osvaldo, a quien a menudo solía llamar por teléfono un tal “Jorge de Gas del Estado”. “Mientras archivaba, escuchaba que Osvaldo hablaba con “Jorge de Gas del Estado” sobre ensayos. Yo escuchaba y me preguntaba: ¿ensayos? ¿obras de teatro? No lo podía creer: ¡mi jefe es actor! Como vivía en Caseros y yo en Palomar, solíamos viajar juntos y, en uno de esos trayectos que hacíamos colgados de la máquina del San Martín, a las seis de la mañana, le pregunté, con la cara al viento:
‒Osvaldo, ¿usted es actor?
‒sí ‒me respondió.
‒Pero, ¿cómo es actor y trabaja en una obra social?
‒Y Gabriel… es difícil la vida del actor ‒me contestó con una carcajada.
‒Yo una vez vi una obra de teatro ‒le comenté.
‒¿Cuál viste?
‒ Cyrano de Bergerac ‒le contesté.
‒¡Yo trabajé en esa obra! ‒me confesó Osvaldo (el Puma destaca el nombre, “Osvaldo”). Yo no podía creer lo que estaba escuchando… ¿cómo puede ser que Osvaldo estuviera sobre el escenario?
‒¡Claro! Yo era uno de los mosqueteros, era un papel chiquito -me dijo. “Repito: no lo podía creer. ¡Había conocido a un actor que trabajó con Ernesto Bianco! En realidad, ellos los llamaban Oscar, Oscar Pellicori”.
Entre tanta casualidad (¿o causalidad?), Osvaldo invitó al Puma a uno de sus ensayos, dónde Jorge de Gas del Estado era el director: “Cuando terminó el ensayo, me pidieron una opinión. Y Jorge de Gas del Estado, en ese momento, me preguntó: ‘¿Que te pareció lo que viste?’ Era la primera vez que me pedían una opinión, no podía creer que tuviera semejante responsabilidad”.
‒Yo no entiendo nada de teatro ‒les confesé.
‒El arte es para todos, no tenés que ser un entendido. Lo sentís o no lo sentís ‒me dijo Jorge.
Entonces, les dije que estaba muy impactado, porque lo que sentía era que estaba espiando a un matrimonio, y no que estaba viendo una escena de teatro. Sentía que estaba viendo algo real. Bueno, fue la mejor devolución que podía entregar. Y les gustó tanto que me animé y ahí les confesé: “yo quiero ser Cyrano de Bergerac”.
‒Y bueno, ¡para eso hay que estudiar teatro! ‒dijeron todos risas.
Así fue como el Puma dio sus primeros pasos en la Escuela Nacional de Arte Dramático y comenzó la que sería una exitosa carrera en ese oficio al que había llegado casi por casualidad. Y muchos años después, cuando la Sociedad Argentina de Actores le entregó el Premio Pablo Podestá a la Trayectoria Honorífica ‒“que para mí es el mejor premio que puede haber porque los que te elijen son tus propios compañeros”‒, para la entrega llamó a “Jorge de Gas del Estado”, quien en realidad se llamaba Jorge Marrale, y a Osvaldo, su jefe en la obra social, mejor conocido como Osvaldo Santoro.
¿Casualidad o causalidad?
La Obra
Cyrano es un soldado poeta, valiente, orgulloso y sentimental, aunque con un gran defecto: una nariz tan enorme que roza el ridículo. Está enamorado de una mujer hermosa, su prima Roxane pero, debido a su fealdad, no espera nada de ese amor. Ella a su vez está enamorada de Cristian, un soldado guapo aunque poco locuaz, quien pide ayuda a Cyrano para escribir las cartas de amor por las que Roxana termina perdidamente enamorada de él.
El reconocido actor Gabriel Goity (Con dirección general de Willy Landin) encabeza el numeroso elenco de esta nueva versión de la clásica pieza de Edmond Rostand que refleja a un amor que desafía las apariencias.
¿Cuándo y Donde? | De Miércoles a sábados 20 hs, Domingos 18 hs. Teatro San Martín, Sala Martín Coronado (Av. Corrientes 1530. CABA)