Seis claves para acompañar a los niños en la vuelta a clases y evitar el bullying y la violencia
Se acerca la vuelta a clases y uno de los temas que preocupa a los padres y madres es como se van a sentir sus hijos en la escuela. Seis claves para acompañar la vuelta a clases.
1. La violencia, el bullying y los vínculos
Carina Kaplan, profesora titular de Sociología de la Educación en la UBA y en la Universidad Nacional de La Plata e investigadora principal del CONICET, fue enfática, ante la pregunta de este medio, en hacer una distinción: prefiere no hablar de bullying. En su lugar, considera óptimo hablar de situaciones de violencia en las escuelas, que puede ser tanto física como simbólica y que, en la mayoría de los casos, se da de manera complementaria. “La violencia simbólica parece más suave, pero el daño es tan importante como la violencia física”, explicó.
Este asunto que parecería menor — cómo poner en palabras las situaciones de acoso y violencia –, no lo es. Abrir el abanico y pensar en las situaciones de violencia de otra manera permite salir de una lógica de bully y bulleado, de víctima y victimario. Esto genera, a su vez, pensar la violencia como “una forma de relación social que involucra a todos los que están participando”. Y si hay un lugar clave a la hora de pensar los vínculos y la socialización, explica, es la escuela.
2. Blanco, negro y grises
Pensar las situaciones de violencia más allá de esa lógica binaria habilita otro tipo de construcciones. Así lo explicó a este medio Noemí Aizencang, docente de psicología educacional y psicopedagoga en escuelas y en clínica: “Los vínculos son construcciones, llevan tiempo, tienen momentos, hay conflictos inherentes. Pensar que cualquier disgusto o cualquier situación de tensión es bullying, es complicado. No es lo mismo pensar en una situación de acoso que algo caracterizado como bullying, que es una categoría muy vacía y que está muy impregnada en el sentido común”.
Kaplan aportó a esa idea: “Yo cuestiono la idea de que hay víctimas y victimarios. Hay dinámicas relacionales que son violentas. Y en eso se incluyen todos los que están participando de esa escena escolar. Todos tenemos que aprender a cuidarnos, a respetarnos, a convivir. No es solamente quién es aquel que es víctima o victimario. Eso no nos ayuda a pensar. Si hay una situación de violencia, todos tenemos que aprender cómo convivir de otro modo”.
3. Cambio de hábitos y estado anímico
Las situaciones de violencia ocurren constantemente y para las especialistas es central prestar una especial atención a los chicos y chicas.
“Hay que prestarle atención a lo que sienten, a que puedan aprender a comunicar eso. Que puedan profundizar en esos sentimientos”, dijo Kaplan sobre, por ejemplo, escenas donde pueden aparecer formas de angustia, de falta de deseo de ir a la escuela, de caída del rendimiento o de casos de autodesprecio. Y una vez que se detecta que algo diferente está pasando, lejos de alarmarse, poner en el centro la palabra, la pregunta.
4. Abrir una pregunta
Para Aizencang cuando se detecta que hay una situación de estas características “hay que hacerse una pregunta”. “Me parece que a veces ponemos la etiqueta de que hay un problema. Y con la lógica de que si hay un problema debe haber una solución y rápida e inmediata. Hay que hacer una pregunta. Empezar con los chicos. Lo primero es eso”. Para la especialista, la clave está no en preguntar qué clase de problema está pasando, sino en establecer canales de diálogo.
“Hay quienes pueden hablar, decir, comentar. Y eso tenemos que promover. Pero hay situaciones donde la conversación no es frecuente. Entonces hay que llevar una pregunta. Y la pregunta no es con la idea de que tiene que estar pasando algo. Sino con empezar a mostrarle al otro que uno no siempre está igual. Y que darme cuenta de qué me está pasando es tener a un alguien que tiene tiempo y te hace la pregunta. Alguien que te ayuda a frenar y no bancarte todo”, añadió al respecto.
5. Dinámicas grupales y soluciones colectivas
En este punto, es cuestión de ir juntando las puntadas de la trama. Si se entiende que las situaciones de violencia se deslizan sobre los vínculos grupales, que se traduce en situaciones complejas y que no pueden reducirse a un blanco o negro, se puede concluir, como lo hace Aizencang, que “no hay una solución rápida a las situaciones de violencia”.
“Cuando pasan cosas en el marco de lo grupal, no es algo individual. Tiene que ver con una trama y hay muchos involucrados. Entonces, cuando uno lleva una pregunta, invita al otro a decir qué es lo que pasa. En general, es situacional, es vincular, es grupal. Y esa es la mirada que tiene la escuela. La posibilidad de ver todo es una mirada desde el entre y no en clave individual”, explicó.
6. No salir corriendo a la escuela
Y además ayuda, explicó Kaplan, a salir de ciertas lógicas calcificadas en la dinámica social: “Las escuelas muchas veces educan a los padres. Y hay que hacer un trabajo con ellos. Porque ellos pueden haber aprendido formas de violencia y lo replican. Como decir que ‘si te pegan, pegale’. O escuchan que los padres dicen que para liderar en un grupo hay que ‘ejercer la violencia’. Son creencias que no ayudan. Lo que hay que comprender es que estamos frente a otro ser humano que sufre, que siente. Tenemos que aprender a ponernos en los zapatos del otro”.
“No hay que salir rápidamente a decir que ‘a mi hijo le están haciendo esto’ entonces ‘castiguen al otro’. Porque eso es lo que muchas veces los chicos temen que redunde en algo que se les vuelve peor. Suele pasar que los padres van a las escuelas muy enojados. Ahí es donde empieza el tema. Porque mucho tiene que ver con la perspectiva que uno tiene. Todos estos temas son situados, son vinculares, forman parte del estar con otros. Y lo que a veces nos olvidamos es que esa construcción está llena de conflictos”, finalizó, por su lado, Aizencang.