El peligroso virus que nos acecha

Por Silvia Giacoppo*

Todos observamos, azorados, la vertiginosa propagación del Coronavirus. Las noticias sobre la multiplicación de casos invaden las pantallas, los micrófonos, los diarios. Las acciones por intentar controlarlo son cada vez más, aquí y en el mundo.

Sucede lo mismo -de manera más local- con el dengue que, por ser más cercano y cuasi autóctono, se hace más peligroso aún que el coronavirus que es importado.

Todos los esfuerzos que se hagan, de manera mancomunada, para controlar la propagación de estas enfermedades son  bienvenidos y necesarios.

Paralelamente, en una cuestión más política pero que afecta por igual a toda la sociedad, se está desarrollando una terrible epidemia que ataca a la justicia y sus principales síntomas son la sensación de impunidad, el avasallamiento de las instituciones y la pérdida de independencia en las provincias atacadas.

Me refiero al virus de la venganza y del intento de cooptar los organismos que deben impartir justicia, al virus que busca intervenir el poder judicial de Jujuy y obtener así la libertad e impunidad de Milagro Sala, condenada por los terribles delitos que cometió en la provincia. El virus trae también la designación de un procurador cuestionado, trae presiones a las justicia a través de la modificación de su sistema de jubilaciones (justo, pero intempestivo e inoportuno) provocando renuncias para producir vacantes y, así, ir generando un sistema judicial adicto y faccioso.

Esta situación ya la vivimos anteriormente, durante la “década ganada”. Pero, por suerte, la sociedad logró generar lo anticuerpos para expulsarla. Comenzamos a sanar y a aislar la enfermedad. Pero volvieron, peores, y el brote está recrudeciendo.

Como sucede con cualquier enfermedad, hay síntomas que nos ayudan a saber que es lo que estamos padeciendo. El ataque a la autonomía de la provincia de Jujuy es un dato central para comprender la gravedad de lo que hablamos.

En Jujuy, van por la intervención del Poder Judicial a través de un proyecto que esconde (y no tanto) la búsqueda de impunidad y la libertad de Milagro Sala. Pero, además, van en busca de socavar la autonomía y de diezmar el gobierno de Gerardo Morales. Les molesta el crecimiento que ha alcanzado la provincia, las obras que se hicieron en este tiempo y que nos han puesto en el ojo del mundo, atrayendo inversiones y turismo como nunca antes. Les molesta que el pueblo jujeño viva en paz.

Los hechos demuestran lo contrario de lo que intenta presentar Snopek con su proyecto. La justicia en Jujuy es, como debe ser, independiente del poder político. Se ha legislado para dotar de más justicia con los concursos, para promover una mejora en los servicios de justicia y en el acceso a ella.  Se han promovido esos concursos para cubrir cargos en el poder judicial y para la selección de jueces. El gobierno de Morales creó el Consejo de la Magistratura para transparentar la designación de jueces y yo me pregunto ¿durante los 32 años que gobernó el PJ los jueces que su misma familia designó por cariño y parentesco esos sí eran independientes y los que hoy van a un concurso creado por ley no? La justicia no es perfecta y deberá, no sólo en Jujuy, hacer su autocrítica. Pero claramente este proyecto no es la solución a ninguno de los problemas que pueda presentarse. Más bien, va en sentido inverso.

Otro dato para entender  porqué decimos que ese proyecto no tiene como objetivo mejorar la justicia de Jujuy, es que el 80% por ciento de los jueces que juzgaron por sus delitos a Milagro Sala fueron nombrados por el peronismo y que tres de las cuatro causas por las que ella tiene condenas tienen que ver con hechos sucedidos antes de que Cambiemos gane las elecciones en 2015. Poner en duda la idoneidad de esos jueces es grave ya que son jueces probos.

Es, éste, un proyecto que no contiene ninguna objeción genuina que justifique la medida y con cuestionamientos políticos que no atienden cuestiones constitucionales.  El proyecto de Snopek desnuda su único interés –la libertad de Sala y la impunidad sobre los actos delictivos cometidos por ella y por los funcionarios que lo facilitaron– ya que en los diez puntos del texto sólo hay expresiones subjetivas de interpretación de normas o de disconformidad con sentencias pero no existe ninguno de los fundamentos que tuvo la Carta Magna para hablar de una intervención federal. Me cuesta, sinceramente, tomar con seriedad argumentos tan precarios.

Está claro que ellos no quieren una justicia independiente. Ellos eligen el caos, la desidia, el saqueo. Son eso, una enfermedad, que cada tanto aparece. Dependerá de nosotros, no permitir que vuelvan a contagiarnos.

 

*Senadora Nacional por Juntos por el Cambio/Jujuy

 

Buenos Aires, 11 de marzo de 2020

 

 

PRENSA Senadora Nacional Silvia Giacoppo

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