Hacinamiento y carencias, claves en la pandemia

LA DESIGUALDAD Y LAS PENURIAS ECONÓMICAS CONVIRTIERON A LOS BARRIOS VULNERABLES DE CABA, EL DISTRITO MÁS RICO DEL PAÍS, EN EL PRINCIPAL FOCO ACTIVO DE AVANCE DEL COVID-19 A NIVEL NACIONAL, MIENTRAS SE SIGUEN CONFUNDIENDO CONCEPTOS FUNDAMENTALES COMO DENSIDAD POBLACIONAL CON HACINAMIENTO Y NECESIDADES BÁSICAS INSATISFECHAS ESTRUCTURALES.

La prioridad nacional en la que se convirtieron los barrios vulnerables de CABA en estos días, ante el gran avance del coronavirus en ellos, dejó al descubierto algunas apreciaciones conceptuales distorsionadas, hasta en discursos oficiales, como lo es la afirmación de que la “alta densidad poblacional” explica la quintuplicación de la cantidad de casos en las últimas dos semanas en estos territorios.

El número de contagios creció en especial en la Villa 31 de Retiro y la 1-11-14 de Bajo Flores, aunque también sube en la región del AMBA en general.

“La densidad básicamente mide la relación entre población y una superficie, una unidad territorial, y se puede calcular de manera diferente tomando una densidad bruta o una neta y ahí se hace referencia a si está en relación solamente a la superficie construida o si también se toman en cuenta los espacios verdes. Estas diferencias se utilizan en los códigos de planificación para construir una imagen de ciudad ya sea más compacta o más dispersa, como modelos distintos de urbanización que tienen incidencia sobre los servicios, el transporte y las demandas de equipamiento de los habitantes”, explica Jorge Blanco, Magister en Políticas Ambientales y Territoriales y Director del Instituto de Geografía de la UBA.

“El hacinamiento, en cambio, remite específicamente a la cantidad de personas que conviven en una vivienda y al tamaño de la misma. Es una relación entre el número de integrantes de los hogares y el tamaño de las viviendas y da cuenta de una mejor o peor condición de vida de los hogares. A veces puede haber hacinamiento en áreas de baja densidad poblacional o en áreas de alta densidad, no necesariamente coinciden unas con otras y a veces puede haber hacinamiento en hogares que no sean necesariamente los más pobres. De hecho parte de la clase media y media baja porteña convive en departamentos con mayor o menor índice de hacinamiento pero sin condiciones de carencias extremas, como sí sucede en los barrios populares. Pero la tendencia, y en CABA se verifica, es que suele ser un indicador de pobreza importante cuando se pasa el umbral de hacinamiento crítico”, prosiguió el especialista.

A los fines estadísticos, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) define los hogares con hacinamiento crítico cuando cumplen la siguiente condición: más de tres personas por cuarto, sin considerar la cocina y el baño (1), es decir que se determina cuáles hogares se hallan en peor situación en términos de disponibilidad de áreas para dormir según la cantidad de habitantes.

Se trata de una postal recurrente en las villas porteñas, con mayor énfasis por la tendencia a los pasillos mucho más angostos y mayor construcción en altura que en otros sitios del país, donde la edificación en barrios populares tiende a expandirse de modo más horizontal y espaciado por mayor disponibilidad de tierra. Además resulta frecuente el empleo de espacios comunes, especialmente los baños y sitios de abastecimiento de agua potable, para varias unidades habitacionales distintas, con los consiguientes riesgos sanitarios.

El siguiente mapa muestra la tasa de casos confirmados de Covid-19 (al 21 de mayo, tendencia acentuada después) por 100.000 habitantes según barrio de residencia con un claro predominio en Retiro y Bajo Flores:

Para mencionar un ejemplo, que habla de modo más contundente que las estadísticas, podemos describir el fallecimiento de la referente de La Poderosa, Ramona Medina, que conmovió al país y puso a las villas porteñas en primer plano, con el aporte decidido de las denuncias de organizaciones sociales, políticas y educativas.

Activista y coordinadora de Salud de la Casa de la Mujer en la Villa 31, Ramona, de apenas 42 años de edad, habló días antes de morir en varios programas de televisión pidiendo el restablecimiento del servicio de agua potable, que llegó a estar cortado por doce días, porque ponía en riesgo de contraer coronavirus a todo el barrio, así como también a ella y a los integrantes de su familia.
En su pequeña vivienda de la manzana 35, casa 79, vivían también una hija diabética, el suegro con problemas coronarios y otra hija en silla de ruedas, que no habla, no camina, no mantiene postura erguida y requiere oxígeno por las noches, porque tiene síndrome de West y síndrome de Aicardi, una patología que le genera convulsiones refractarias no evolutivas, según explicaron sus compañeros de lucha.

Años de reclamos para la relocalización de Ramona y su familia como grupo de riesgo no fueron escuchados por la gestión del gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta, hasta que fue irremediable, siendo una tragedia claramente evitable.

No se trató, al igual que en los demás casos en villas porteñas, de un problema de contagio por alta densidad poblacional, sino de una combinación de necesidades básicas insatisfechas arrastradas por años, fallas estructurales, hacinamiento crítico y desidia por parte de las autoridades porteñas, que actuaron tarde y de manera ineficiente.

CRECEN LOS CONTAGIOS EN BARRIOS POPULARES

En tanto, el parte sanitario oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, actualizado al 25 de mayo, indicó en cifras totales 6376 contagiados y 155 fallecidos y, dentro de este número, 2593 contagiados y 22 fallecidos se registraron en barrios populares.

La actual tasa de contagios dentro de barrios populares de CABA representa más del 60% de los positivos del día en la jurisdicción y el 40,6% del total del distrito hasta ahorasegún el propio gobierno porteño.

Los más afectados son la Villa 31 con 1665 casos y el Barrio Padre Ricciardelli (1-11-14) en Bajo Flores, con otros 724, pero también se están produciendo incrementos importantes en la Villa 21-24 Núcleo Habitacional y núcleo Transitorio Zavaleta de Barracas, a partir de mayores testeos con el Plan Detectar. 

La distribución de casos en barrios vulnerables se completa, según el GCBA y hasta la misma fecha, de la siguiente manera: 130 en el Barrio 21-24; 26 en Barrio 20; 11 en Ciudad Oculta; 8 en Barrio Cildañez; 5 en Barrio Ramón Carrillo; 5 en Villa Los Piletones; 3 en Rodrigo Bueno; 3 en Villa 13 bis; 2 en Zavaleta; 2 en Barrio Fátima; 2 en el Barrio Inta; 2 en Asentamiento Saldías; 2 en Asentamiento El Triángulo; 2 en Barrio Obrero y 1 en Asentamiento Luján – Bosch.

Además de haberse quintuplicado en las últimas dos semanas los casos en barrios populares, sigue aumentando a ritmo acelerado, como especificamos antes, la proporción (40,6%) de incidencia de estos contagios en las cifras totales de la Ciudad, pese a que la población de barrios vulnerables representa solamente el 10% del total de habitantes porteño, estimado en tres millones.

Esto, sin contar por otra parte a cerca de 8000 personas en situación de calle en la Ciudad, en medio de graves denuncias por el pésimo manejo de los paradores para personas sin techo, que no cuentan con protocolos para la pandemia y ya registraron contagios masivos en la zona de Retiro, por ejemplo.

En número nacionales, de los 552 casos de coronavirus confirmados en el país el 25 de mayo, 375 correspondieron a la Ciudad de Buenos Aires, lo que equivale al 67,9% del total nacional, un llamativo primer lugar para el distrito con mayores recursos de la Nación, con particular concentración entre los sectores más carenciados.

Si se analizan las cifras y el crecimiento en particular en barrios populares se verifica que no se trata justamente de un problema de densidad poblacional, sino que el hacinamiento y las malas condiciones de vida de un sector específico de la población están resultando determinantes en la conformación de la curva de contagios.

QUÉ SE ESTÁ HACIENDO Y QUÉ SE PUEDE HACER

Movimientos sociales y organizaciones políticas denunciaron la última semana el empleo de hospitales porteños como “depósitos de gente”, que luego de los hisopados fueron “paseados” por horas en micros, bautizados por el ingenio popular como “Coronabus”: todos juntos, sin elementos para higienizarse ni alimentos y sufriendo malos tratos. Tampoco se informó adecuadamente a los familiares sobre los trasladados en observación.

La fuerza creciente del reclamo llegó hasta el presidente Alberto Fernández que recibió en Olivos a los referentes villeros y organizaciones sociales que le plantearon un abanico de denuncias y peticiones.

A partir del 25 de mayo, el gobierno nacional decidió unificar un protocolo a seguir en todo el país para los operativos Detectar (2), que serán intensificados en los barrios populares del país.

Este nuevo protocolo, si bien se adaptará sobre la marcha a cada lugar, da lugar a los pedidos centrales de contención y cuidados de las personas que le fueron planteados al primer mandatario, tales como la custodia de las casas de las personas que deban dejarlas para ir a un centro de control (que preferentemente debería ser de cercanía), la garantía de comunicación con familiares; que niños, niñas y adolescentes sean acompañados por adultos de confianza y condiciones de higiene, agua potable y comida en los sitios de espera.

Otro punto incluido fue priorizar la participación de referentes sociales locales, conocedores de cada territorio y sus necesidades específicas, así como la articulación de políticas con el aporte de nodos comunitarios como comedores populares, iglesias y organizaciones políticas con presencia y prestigio entre los vecinos.

Una indicación clara es la de no estigmatizar o culpabilizar a los habitantes de núcleos vulnerables por la actual situación sanitaria.

En breve se prevé que comience a funcionar en la Terminal de Cruceros del puerto de la Ciudad de Buenos Aires una sala de aislamiento destinada a los vecinos de la cercana Villa 31 con capacidad de 700 camas, con respaldo del gobierno nacional.

Incluso la ministra de Desarrollo Social y Hábitat porteña, María Migliore, severamente cuestionada por los referentes sociales, prometió públicamente reforzar las postas sanitarias y mejorar sustancialmente la provisión de alimentos y elementos de higiene a comedores y habitantes de los barrios vulnerables. Y aclaró que es lo que viene haciendo el gobierno porteño desde el comienzo de la pandemia, dato que, por las evidencias, se puede corroborar que no es cierto.

El aprendizaje colectivo que se impuso por estos días resaltó el papel del reclamo organizado, la denuncia con fundamentos y la unidad de los sectores populares, así como la necesidad de aclarar conceptos fundamentales mal expresados, para el necesario debate público, a la hora de analizar los alcances de la pandemia de Covid-19, de final todavía incierto.

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