Entrevista| Dialogamos con un voluntario para la vacuna del coronavirus: «Alguien tenía que hacerlo y me dije ¿Porqué no yo?»
“Me dije alguien tiene que hacerlo, y enseguida me pregunté ¿Por qué no yo?, y me anoté” así comienza el relato uno de los voluntarios para probar la vacuna de BioNTech-Pfizer, una de las tantas que intenta ser la cura definitiva a la Pandemia que azota el mundo.
Se llama Adrián Suso, soltero, de profesión actor, aunque también es locutor y dialogó en exclusivo con #CincoDias, el día antes de ir al Hospital Militar y en el después de haber sido inyectado.
“Había leído y escuchado del tema” continua su relato “y a la semana me llegó un mail del trabajo donde nos contaban que podías ser voluntarios, completé el formulario y me llamaron”.
Fue como una sensación de sentir “que tenía que hacerlo” explica y como en los relatos de la mayoría de los voluntarios, el comunicarlo a la familia no fue tarea fácil. “El desconocimiento, las dudas y las Fake News hacen que la gente no entienda mucho del tema, se confundan y crean que te pueden implantar un chips, cambiar el ADN o incluso que te inyecten el propio virus” comenta “eso fue lo que pensaba y me decía mi familia, incluso me dijeron que estaba loco” detalla entre risas.
Acaso esa fue su postura cuando llego al Hospital y se enfrentó con el doctor que le daba la introducción teórica para despejar incógnitas “yo no tengo dudas, porque confío en la ciencia” le dijo al profesional “pero voy a preguntarte lo que me decía mi familia y no sabía que responder”.
“Una de las dudas que tenían es porque salió tan rápido y si es cierto que saltearon etapas” recuerda haber indagado, a lo cual le informaron “que el proceso se llevó con todos los protocolos vigentes, no saltearon ninguna de las etapas previstas; pasando tanto por laboratorio como en pruebas con animales. Pero los tiempos se acortaron porque se utiliza una técnica moderna que permite avanzar en plazos menores. No te inyectan el virus atenuado, como yo creía, sino una modificación genética del mismo, entonces mis células detectan esto y generan automáticamente anticuerpos. Por eso no se tardaron entre 4 o 5 años en el proceso, como sucede con el resto de las vacunas”.
Luego de pasar los protocolos necesarios, realizarse el hisopado correspondiente, el cual reconoce “te da una sensación rara, porque el cotonete que utilizan es largo y te tocan una parte de la nariz que no estás acostumbrado”, firmar el consentimiento de que se exponía a una prueba con posibles reacciones colaterales, llegó el momento de la verdad: “no sentí nada, fue rápido y no te das cuenta de que te pincharon” reconoce.
“La noche anterior no dormí casi” reconoce “quizás por la ansiedad y la incertidumbre, aunque nunca tuve miedo” porque insiste en que siempre tuvo (y tiene) «plena confianza en lo que hacen los médicos”.
El estudio se encuentra en Fase 3 y según los reportes oficiales participan casi 30.000 personas como voluntaria. Se trata de un proceso que en total dura 26 meses, donde cada voluntario será evaluado y puede “renunciar” al mismo cuando lo desea. Está contemplado que asistan al centro de estudio unas seis veces para su seguimiento y pueden hacerlo en el momento que quieran si es que sienten síntomas de COVID-19 en algún momento de las etapas previstas.
En otro sentido se les explica que de, manera anónima, como suele suceder en estos casos, una cierta cantidad de voluntarios serán inyectados con lo que se denomina “placebo”, un estudio “doble ciego” que en medicina se utiliza para probar las vacunas.
Si bien desde el Centro Medico advierten que puede sentir “enrojecimiento, picazón, dolor, sensibilidad o hinchazón” Adrián dice “estar perfectamente, mi brazo ni siquiera da vestigios de que fue pinchado”.
En otro orden nos contó que siente “orgullo” de que Argentina participe de este tipo de pruebas e incluso de que una de las vacunas sea desarrollada aquí: “tenemos excelentes profesionales y científicos reconocidos, eso es importante, más allá de los gobiernos no es cualquier cosa que la ONU confíe en nosotros” detalla.
En cuanto a los “anticuarentenas” y aquellos que no creen en las vacunas, Adrián dice que “eso sucedió siempre y lamentablemente seguirá sucediendo. Es desinformación, ignorancia y miedo al futuro. Pasó en la Revolución Industrial incluso cuando los artesanos ingleses se organizaban para incendiar y destruir las nuevas máquinas que decían acabarían con el empleo (NR: Refiere al movimiento llamado Ludismo durante el S XIX)”
Por último confiesa que para que su cabeza no imagine “cosas raras” e involuntariamente lleve a la psicomatización “yo me estoy convenciendo de que me inyectaron el placebo, trato de no pensar y hacer una vida normal como me dijeron que haga, porque sino luego uno levanta fiebre y comienza a sentir síntomas”.
Sobre el cierre, la charla inevitable recorre la actualidad y la imposibilidad, todavía, de poder asistir al teatro. Formado en la escuela del recientemente fallecido, Agustín Alezzo, afirma que “Nada se compara con actuar ante el público en vivo y en directo”; reacio a las “nuevas modas” de streaming o puestas virtuales confiesa que entiende que “son nuevas formas para que los actores y actrices puedan sobrevivir en estos tiempos, pero yo espero que se pueda volver a lo presencial” ya que para él “el teatro es en vivo, cara a cara”. Así entonces, se retira a su espacio, donde una pizarra lo espera con el texto de “Las de Enfrente”, la obra que prepara para cuando la Pandemia lo permita, porque el artista siempre gana, aunque a veces, se vista un ratito de “héroe”.