La lucha internacional de los trabajadores de Amazon
Miles de trabajadores y trabajadoras de Amazon han desarrollado, en el marco del Black Friday, y a través de una campaña denominada “Make Amazon Pay”, jornadas de lucha en 15 países de los cinco continentes -Brasil, México, EE UU, Reino Unido, Francia, España, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Polonia, Italia, Bangladesh, India, Filipinas y Australia- para reclamarle al coloso del comercio digital un aumento de salarios, mejores condiciones de trabajo, punto final a la persecución sindical, el cese a la evasión impositiva que realiza la empresa –mediante, por ejemplo, el desvío de fondos hacia paraísos fiscales-, y en repudio a la contaminación ambiental que produce la empresa.
En Alemania, un importante número de obreros se encuentran en medio de una huelga de tres días que tiene como objetivo expreso boicotear la extraordinaria rentabilidad que obtiene Amazon durante uno de los periodos más activos de la industria (Black Friday). Este carácter estratégico de la movilización expresa el desarrollo de una comprensión más elevada acerca de las características que viene adquiriendo la explotación capitalista en estos rubros y por lo tanto la necesidad de batallar contra ella. Los trabajadores germanos, de todos modos, todavía deben superar el escollo que significa la dirección sindical de Ver.di, ligada al Partido Socialdemócrata, que cogobierna con la democracia cristiana de Angela Merkel.
Por otro lado, en Luxemburgo, sindicatos y grupos ambientalistas han desenvuelto protestas en las puertas de la empresa. Amazon mantiene importantes lazos comerciales con grandes grupos contaminantes, como los dedicados a la extracción de combustibles fósiles, entre ellos BP (British Petroleum) y Shell. Asimismo, en Filipinas, los trabajadores de Amazon Ring (call center) se manifestaron virtualmente contra las condiciones de trabajo infrahumanas a las cuales son sometidos. En Bangladesh, los obreros de la confección, que producen la ropa que se vende en Amazon, por su parte, realizaron una protesta organizada por el sindicato Sommilito Garments Sramik Federation en las inmediaciones de la sede ubicada en Dhaka (capital).
Cabe destacar, sin embargo, que el grueso de los sindicatos que intervinieron en el proceso ha ejecutado una política similar a la de Ver.di, es decir de aislamiento de las luchas.
Amazon es una empresa que se caracteriza por haber alcanzado un grado de explotación de la fuerza de trabajo de grandes magnitudes, y, además, por la consecuente pretensión que tiene de aplastar cualquier tipo de iniciativa de organización sindical de los trabajadores. Las obreras y los obreros de Amazon deben lidiar con jornadas de trabajo extenuantes y salarios bajos. Es por eso, pues, que uno de los principales motivos de denuncia de los distintos sectores de trabajadores está referido a los problemas de salud que acarrea laborar en la empresa: en 2018, por ejemplo, el 50 por ciento del personal de San Fernando de Henares (España) –donde se halla la planta más grande del país- ha presentado lesiones, y, a su vez, la tasa de absentismo laboral por bajas se ubicó en un 18 por ciento.
Un fenómeno de características similares se replicó en Francia y Reino Unido. Se trata sin dudas de una de las consecuencias que trajo aparejadas el agudísimo aumento en los ritmos de trabajo que se viene desarrollando hace tiempo. Este año, en España, la Inspección de Trabajo (organismo gubernamental) ha obligado a Amazon a dar de alta a más de 4 mil repartidores que estaban trabajando en Madrid y Barcelona como “falsos autónomos” (una suerte de monotributistas), lo que permite al gigante electrónico poseer una mano de obra más barata, burlar el encuadramiento de los trabajadores en el convenio correspondiente, y tener vía libre para despedirlos cuando sea necesario. El carácter antiobrero de Amazon quedó expuesto, además, en su negativa a cerrar sus almacenes durante la etapa álgida de acrecentamiento de casos por Covid-19, lo que desencadenó protestas de trabajadores en Estados Unidos, Francia, Italia y Alemania.
Miseria y opulencia
La empresa ha aumentado sus ganancias exponencialmente al calor de la pandemia, gracias a la disparada de las ventas online. En los primeros nueve meses de 2020 logró conseguir un beneficio neto de 14.109 millones de dólares, un 69 por ciento más con respecto al mismo periodo del año anterior (Infobae, 29/10). Jeff Bezos, su propietario –y la persona más rica del mundo-, vio incrementar notablemente su fortuna personal, la cual en agosto de 2020 ha superado la friolera de unos 200 mil millones de dólares. Mientras esto acontecía, el personal de Amazon sufría la eliminación de su prima de riesgo (cuota patronal por los accidentes de trabajo) y era expuesto al contagio del virus, dado que la empresa se negaba a adoptar medidas laborales y sanitarias que preservaran la salud de los trabajadores.
Es preciso señalar, por último, que entre las organizaciones políticas y sociales que impulsaron la campaña “Make Amazon Pay” se pueden encontrar elementos hostiles a la organización política independiente de los trabajadores de Amazon y de aquellos que luchan contra la depredación del medio ambiente, como por ejemplo la Internacional Progresista (IP). Habida cuenta que es un reagrupamiento que integra organizaciones profundamente comprometidas con el régimen social vigente y que incluso han gobernando aplicando ajustes brutales (como Syriza en Grecia) su participación en la lucha no pasa de una impostura.
La lucha de los trabajadores de Amazon debe ser tomada como ejemplo por los trabajadores del mundo para pelear de forma unificada contra todo intento de regimentación y flexibilización laboral, que en tiempos de crisis capitalista, afluyen a tropel para hacer pagar los platos rotos de esta a la clase obrera.
Por Nazareno Kotzev para Prensa Obrera