Entrevista| Repasamos las Historias más Curiosas de los Juegos Olímpicos
Este viernes dará inició, oficialmente, una nueva edición de los Juegos Olímpicos. La cita será en el Estadio Olímpico de Tokio. Implicará una edición marcada por la pandemia de coronavirus y rodeada de polémica en torno a la organización japonesa.
Muchos deportistas de alto nivel han declinado la invitación por varias razones: evitar la burbuja, los test Covid o simplemente no querer participar en unos Juegos sin público extranjero.
La gesta deportiva por excelencia quedará guardada en la retina de muchos por todos estos detalles que la circunstancias del mundo plantea, pero acaso no serán los únicos que encierren historias curiosas, anécdotas o testimonios que excedan el marco de lo meramente deportivo.
Desde sus comienzos, en la lejana Grecia, los JJOO han acumulado un sinfín de momentos inolvidables, por ello en #CincoDias dialogamos con Luciano Wernicke, periodista que supo trabajar en la Agencia DyN, devenido en escritor, autor de «Historias insólitas de los juegos olímpicos», donde recopila, además de hazañas o récords, unos 500 relatos que incluyen situaciones extraordinarias de cada una de las ediciones.
“El libro tiene un “hermano mayor” – comienza explicando Wernicke – que fue “Historias insólitas de los mundiales”, tuvo un éxito importante y fue número uno en ventas en Colombia, entonces a partir de ese logro es que me convidan a hacer uno, con la misma temática, pero dedicado a los Juegos Olímpicos”.
Lo interesante es que a través de sus páginas, a medida que uno va conociendo y aprendiendo lo que acontece “tras bastidores” en cada contienda, los relatos también divierten y reflejan que los protagonista son humanos, como cualquier otro ser mortal.
“Los deportistas de élite, modernos “dioses del Olimpo”, sufren lesiones y enfermedades, robos, pérdidas de equipaje en los aeropuertos, se emborrachan, golpean a los rivales o a los árbitros, se enamoran, se casan y divorcian, tienen hijos, se quedan dormidos o pierden algún componente esencial de su equipo de competición. Unos sucumben al poder político o la presión del dinero; otros prefieren no vender su honor” detalla el autor.
La recopilación de datos es otro de los puntos centrales en su trabajo. Werncike da cuenta de que el paso del tiempo y el avance de la tecnología “ha simplificado un poco más la tarea” puesto que para el momento en que salieron publicados, internet no tenía el avance que hoy presenta y eso hizo que “tenga que recurrir a otros libros como fuentes, eran tiempos donde apenas aparecía Twitter. El feedback con el lector no era lo mismo que es hoy, donde intercambias casi en tiempo real todo tipo de información. Trabajé mucho con hemerotecas, viaje a Montevideo o incluso las de “El Mundo Deportivo” de Barcelona o “La Stampa” de Turín. Me ayudó mucho que se leer en inglés y francés, compre online algunos libros de distintas partes del mundo, entonces también utilicé mucha de esa información”.
A la hora de enumerar momentos y situaciones, a veces (muchas quizás) el deporte se ve relegado por la intromisión de la política: “Eso sucedió siempre, en la antigua Grecia y en la actualidad” asegura Wernicke.
“Uno puede recordar las últimas denuncias de corrupción por sobre precios en las obras, ocurridas bajo la presidencia de Dilma Rousseff y los último Juegos de Rio pero también en la edición del año 67 aparece Nerón que se encaprichó y se propuso ganar una corona de olivo. A cualquier costo. El tirano se inscribió en la carrera de cuadrigas y sobornó ( e incluso amenazó con la crucifixión) a los rivales para que, a medida de que se extendiera la competencia, fueran desertando. La carrera la terminó solo en la pista y ganó pese a haberse caído al doblar una curva” recuerda.
En el libro existen vario otros ejemplos, el boicot en Moscú 1980 o la poco conocida historia de acoso por parte de Hitler, en Berlín 1936, a la ganadora de los 100 metros planos femeninos, era una estadounidense llamada Helen Stephens.
“Se sabe que el Führer no quiso darle la mano a Jesse Owens, pero no que a Stephens la invitó a su palco para felicitarla por haber ganado, le pellizcó la cola, la acorraló y la invitó a pasar unos días en un castillo, ella rechazó todo. Tampoco es muy conocido que Hitler odiaba el fútbol y el único partido que fue a ver fue el que Noruega le ganó por 2 a 0 a Alemania” relata Luciano.
Pero la acción es, en otros casos, a la inversa. El deportista (ayer y hoy) aprovecha el prestigio que conlleva el ganar una medalla para sumarse a la política. “Son muchos los casos en donde se los eximia de impuestos, eran muy reconocidos hasta recibían tributos. Sin ir más lejos en nuestras tierras tenemos el caso del regatista Carlos “Camau” Espínola (Ganador de 4 medallas: dos Platas y dos Bronces entre Barcelona 1992 y Beijing 2008) que terminó siendo Senador Nacional” describe el escritor.
Otras publicaciones de Luciano Wernicke
Entre su medio millar de relatos, Wernicke, destaca el que aconteció en Seúl 88, donde Argentina obtuvo la única medalla del vóley en los Juegos (bronce): «Resulta que en ese plante estaba el legendario Hugo Conte, quien durante el partido por el tercer puesto sufrió una indisposición estomacal, aunque jugó igual ese match. Argentina comienza ganado a Brasil los dos primeros set y en el entretiempo tiene que ir al baño irremediablemente. En su ausencia, el rival, empata el partido y Conte regresa en el último set para lograr el triunfo. Podemos decir que del inodoro pasó a la cancha para ganar el bronce” detalla entre risas. Pero la anécdota no termina allí, tiempo después, el destino quiere que el protagonista termine de vecino de Wernicke, se crucen una mañana cualquiera y el autor pueda regalarle un ejemplar del libro. En ese breve encuentro, surcado por las risotadas, además confirmará de boca del jugador, la veracidad de los hecho narrados.
Así entonces, lo humano, lo deportivo, el insólito y lo anecdótico, se entrelazan en cada una de las páginas. Una lectura más que recomendad en la vísperas del comienzo de Tokio 2020. Porque como dijo el “padre” de las olimpiadas modernas, el Barón Pierre de Coubertin, el “Celebrar los Juegos Olímpicos significa evocar la historia.”
Otras Anécdotas Curiosas
Amsterdam 1928
Por primera vez participaron mujeres en las pruebas atléticas de pista y campo. «Sólo fueron cinco los eventos en los que compitieron —100 metros y 800 metros, posta 4 x 100, salto en alto y lanzamiento de disco— contra 22 de los varones (…)», cuenta Wernicke.
Una de las participantes fue la nadadora alemana Hilde Schrader que pasó a la historia no sólo por haber roto su propia marca sino porque sus intensas y rápidas brazadas le dieron la victoria. «(…) los agitados movimientos también destrozaron los breteles de su malla, justo a mitad de la prueba frente a un público muy numeroso que había colmado el estadio de natación del Parque Olímpico para ver la definición de los 200 metros (…)». Al darse cuenta del pequeño accidente el sentimiento de pudor la llevó a nadar a toda velocidad para terminar lo antes posible con esa situación. Superó su propia marca del día anterior y ganó el nado estilo pecho de 200 metros ante la ovación de todo el estadio.
Londres 1948
La 14ª edición de los Juegos se realizó pese a las cicatrices que habían dejado la Segunda Guerra Mundial. Pudieron disputarse sólo 11 torneos. Se recuerda esta competencia como un homenaje a las millones de víctimas del conflicto bélico y como muestra de deseo de paz en el mundo. Pese a ello, la política —recuerda el autor— también jugó y «se decidió no invitar a Alemania (al igual que en 1920) por ser juzgada como la nación responsable de la beligerancia».
En un clima austero y poco festivo, las Olimpiadas dejaron personajes e historias varias, pero una se destaca. La holandesa Fanny Blankers-Koen generó uno de los mayores impactos en la historia del atletismo. Había competido en Berlín 1936, con 18 años, en salto en alto y en la posta 4×100, pero terminó lejos del podio. La revancha llegó en Londres: la ahora ama de casa, madre de 4 hijos, logró, 12 años, después hacerse de 4 medallas de oro en un solo juego. Ganó las cuatro pruebas de pista que se impuso (100 y 200 metros lisos, 80 metros con vallas —estas últimas con récord olímpico— y la posta 4×100. En 1999 fue elegida como la deportista del siglo por la Asociación Internacional de Federaciones Atléticas.
Roma 1960
La edición romana maravilló por su historia y por la belleza de los espléndidos monumentos puestos a disposición del deporte: el Coliseo, el Arco de Constantino, las Termas de Caracalla y la Vía Appia hicieron que esos Juegos fueran considerados como las olimpiadas más lujosas hasta el momento.
La empresa Adidas, líder en indumentaria deportiva, fue el «calzado oficial» de este Juego, pero entre sus zapatillas no tenía ningún modelo que le resultara cómodo al etíope Abebe Bikila, de grandes pies. «Sin calzado confortable tomó la determinación de correr descalzo los 42,195 kilómetros. Como sus plantas estaban acostumbradas a surcar los más ásperos caminos africanos, el corredor, que había llegado a Roma por casualidad, debido a la lesión de un compatriota, sorprendió con su inobjetable triunfo, que estableció un nuevo récord mundial sobre las empedradas calles de la Ciudad Eterna».
Los Ángeles 1984
Esta edición fue recordada por «el boicot revanchista del bloque soviético. Sin embrago, la edición XXIII de los Juegos (la vigesima, en los hechos, si se descuentan las tres ‘fantasmas’ suspendidas por la Primera y Segunda Guerra Mundial) fue clave para el desarrollo que, a partir de ese momento, tuvieron las olimpiadas», escribe Wernicke en la introducción del capítulo que recuerda, también, la batalla que protagonizaron las empresas lideres en productos deportivos (Adidas y Puma) al descubrir que dos nuevas llegaban con peso: Nike y Reebok.
El boicot impulsado por la entonces Unión Soviética tuvo menor peso que en la edición anterior realizada en Moscú. «Solo 14 países adhirieron, en su mayoría satélites del gobierno comunista del Kremlin. La ausencia de los estados ‘orientales’ dejó servida en bandeja una exagerada victoria local», remarca el autor sobre las 174 medallas (83 de oro) seguida por Alemania que obtuvo 59 preseas.
Durante esa edición, se destacó la maratonista Gabriela Andersen que concluyó la prueba deshidratada y casi con la mitad de su cuerpo paralizado debido a los fuertes calambres. Llegó a la meta haciendo eses, pero en medio de una de las mayores ovaciones que puedan ser recordadas.
Atenas 2004
La cuna de los Juegos Olimpicos, que había reclamado ser sede en 1996 por el centenario de la competencia y en el 2000, no pudo contra las empresas que abogaron a favor de Atlanta y Sydney. El recuerdo mas elogiado fue que en ese torneo los campeones recibieron, además de sus medallas, una corona y ramo de olivo confeccionados con ramas de los arboles sagrados de Olimpia.
Para CincoDias por Juan José Postararo