Un mismo hombre. Dos Historias. Un final curioso
Esta es una de esas historias que puede leerse del derecho al revés, o viceversa, y siempre nos dará un resultado curioso.
La Historia del Granadero
Una de las “puntas” de la narración se encuentra en aquella mañana fría un de 28 de junio de 1966. El por entonces Presidente democrática, Arturo Illia, permanecía en la Casa Rosada mientras afuera se llevaba a cabo las maniobras para derrocarlo.
Pese al carácter fuerte y siempre fiel a sus convicciones del mandatario, la conspiración de los militares, algunos sectores del peronismo y los sindicalistas que veían su poder recortado por la ley de Asociaciones Profesionales había llegado a un límite. Aquellas últimas semanas se dieron entre planes de lucha con tomas de fábricas y huelgas.
Cuando los conspiradores tuvieron la seguridad que todos los principales mandos y tropas les respondían y que la Casa Rosada no contaba con efectivos para sostener al gobierno, comenzaron su marcha. Pero no contaron con un imprevisto.
Sucede que ese día, la guardia en la casa de gobierno estaba conformada por 30 granaderos, al mando del teniente Aliberto Rodrigáñez Ricchieri, descendiente de un granadero que cruzó los Andes y del ministro de Guerra de Julio A. Roca.
Este joven oficial sólo tenía en su mente el cumplir con sus órdenes: defender al presidente. Cerró puertas y ventanas y se preparó para contener la embestida. Apostó sus ametralladoras disponibles en las entradas principales del edificio y distribuyó los pocos hombres que tinía a su cargo en puntos estratégicos.
En ese momento ya las calles que rodean la Casa Rosada, comenzaron a llenarse de unidades mecanizadas y de infantería de las fuerzas militares golpistas. Poco después los líderes insurrectos hacen acto de presencia, pero el joven oficial de Granaderos a Caballo los íntima a no intentar avanzar, so pena de abrir fuego en defensa de su objetivo.
Los sediciosos, no contaban con semejante reacción, y no deseando un derramamiento de sangre entre camaradas, detienen la operación.
Inmediatamente llaman al coronel D’Elia, jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo que en ese momento estaba en el Cuartel de Palermo, y exigiéndole que llame al joven oficial para que deponga su actitud, pero para mayor desconcierto el jefe del Regimiento contesta que tiene a su unidad movilizada y armada para salir en defensa del teniente primero Rodrigañez Ricchieri apenas suene el primer disparo, agregando que jamás “le daría la orden de rendirse, ya que el granadero solo está cumpliendo con su deber”.
Desde su puesto, Rodrigañez Riccheri se presenta delante del Presidente Illia y le dice:
«Sr. Presidente tengo treinta hombres para resistir lo que sea. Espero sus órdenes.»
Pero Illia no iba a permitir que se derramara en vano ni una sola gota de sangre de los granaderos, y ordenó deponer la actitud.
Cincuenta año después, en el Museo de la Casa Rosada, el por entonces Presidente Macri, condecoraría a aquellos miembros del cuerpo de los Granaderos a Caballo.
En primer lugar entregaría al coronel retirado Aliberto Rodrigañez Ricchieri, quien era jefe de guardia de la Casa de Gobierno en aquella época, la Orden al Mérito Militar en el grado Gran Cruz.
Y luego honraba la memoria de los generales de división Carlos Augusto Caro y de brigada Eduardo Castro Sánchez, ya fallecidos, con la entrega de la Cruz Púrpura a sus familiares.
Hasta ahí entonces la historia de un hombre que compartía la envestidura de los Granaderos a Caballos, con los mismos ideales, el mismo respeto y coraje que acaso el propio General San Martín al momento de crearlos.
La Muerte de Alicia Hartridge, la esposa de Jorge Rafael Videla
El otro lado de la historia nace hace unas semanas atrás. La noticia deba cuenta de que a sus 94 años, fallecía Alicia Raquel Hartridge, esposa del dictador y genocida Jorge Rafael Videla.
La mujer estuvo casada con Videla durante 65 años y tuvieron siete hijos juntos. Fue una fiel compañera y defensora del militar durante los juicios por los crímenes de lesa humanidad que cometió durante el Golpe de Estado que duró desde el 1976 al 1983.
El hecho del fallecimiento se conoció gracias a los avisos fúnebres que se publican en La Nación: Aun sin precisar la fecha precisada la fecha de la muerte de la ex esposa del genocida el mensaje rezaba: «Hartridge de Videla, Alicia q.e.p.d. Ejemplo de esposa y madre Tus hijos, hijos políticos, nietos y bisnietos te despedimos con el cariño que nos diste”, se lee el mensaje dedicado a la mujer fallecida.
El Saludo del Granadero a la viuda del Genocida
El punto en común, donde ambas historias se entrelazan en un, cuanto menos, curioso episodio se da en la misma página de “obituarios” donde se deja informado de la muerte de la viuda de Videla.
Es que entre otros de los saludos que aparecen es el de, ni más ni menos, del ex teniente Aliberto Rodrigáñez Ricchieri.
“Participa de su fallecimiento y pide una oración en su memoria” dice el breve texto.
Ironías de la vida si se quiere. Historias cruzados que emergen con curiosidad. Resulta interesante ver como aquel valiente Granadero que no dudó un instante en defender con su vida a un Presidente Democrático, año más tarde saludaría con el mismo respeto y honor a la compañera de quien fuera el más atroz Presidente de Facto que tuvo la Argentina.
Para CincoDias por Juan Jose Postararo