El incremento en los stocks e intereses se debió a dos factores. El primero tiene que ver con el proceso de financiamiento monetario del déficit fiscal, que hace que el Banco Central emita y luego esterilice su propia emisión emitiendo deuda remunerada. Y, en segundo lugar, el incremento de la tasa de interés de la deuda remunerada, algo que fue especialmente notorio desde enero de este año. Solo en los últimos 9 meses la tasa efectiva anual de las Leliqs a 28 días (tasa de política monetaria) aumentó de 37,5% a 70,0%.
Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, consideró que “en el corto plazo, las subas de tasas pueden tener un impacto moderador de la inflación y de la corrida cambiaria; pero acelera el crecimiento de la ‘bola de nieve’ de deuda remunerada del BCRA y de la del Tesoro en pesos. O sea, se compra, muy caro, tiempo”. El economista advierte que “si no se logra remontar la pérdida de credibilidad para aumentar el crédito y poder refinanciarla, será necesario emitir y licuarla con más inflación y con un salto cambiario”. Finalmente agregó que, “el problema es que ambas deudas surgieron por mantener un gasto público excesivo y, ahora, amenazan con hundir a Argentina en una crisis o, en la medida que se acrecientan, aumentan el costo social y económico de salir ordenadamente del cepo. Para evitarlo, ese tiempo ganado, debe usarse para lanzar un programa de reformas estructurales, recuperar credibilidad y salir del control cambiario cuanto antes”.
Lautaro Moschet, Economista de la Fundación Libertad y Progreso sostiene que “el aumento de tasas sirvió para contener la corrida cambiaria y sostener la demanda de pesos. No obstante, es una medida de muy corto plazo, cuyos costos afectan muy fuerte el mediano y largo plazo. Desde el punto de vista de la inflación, el Banco Central estará obligado a emitir una fuerte cantidad de dinero, diluyendo su poder adquisitivo, generando aumento de precios. Por otro lado, el sector productivo se verá perjudicado al aumentar el costo del crédito. En ese caso, las inversiones serán más difíciles de financiar y disminuirán”.
Eugenio Marí, Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso, explica que “en el Presupuesto 2023 el gobierno proyecta una fuerte baja en la inflación, pero esto es muy poco probable. Si sumamos la deuda remunerada del Central, el déficit consolidado que debe financiar el gobierno federal está en 9% del PBI. Con los impuestos a tope y el mercado de deuda local saturado, el gobierno es cada vez más dependiente del impuesto inflacionario, lo que hace imposible una recuperación sostenida en la demanda de dinero y una moderación de la inflación”.
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