Homenaje| Repasamos la vida del eterno Carlitos Balá
Septiembre entra en el ocaso de su existir y una triste noticia sacudió a los argentinos. El célebre comediante Carlitos Balá, quien había sido internado de urgencia en el Sanatorio Güemes con pronóstico reservado., pasaba a la inmortalidad a los 97 años.
«Estamos devastados pero unidos y así se fue él, con la familia unida y mucho amor», sentenciaba ante los medios su nieta, dando cuenta de la partida de un emblema de la infancia de toda una época, cuya vigencia perduró a lo largo de varias generaciones.
Leonino de nacimiento, Carlos Salim Balaá llegó a este mundo el 13 de agosto de 1925 en el barrio porteño de Chacarita, donde se crió bajo la educación del carnicero llamado Mustafá Balaá y de Juana Boglich, siendo el tercer hijo varón del matrimonio de inmigrantes.
Desde muy pequeño, Carlitos demostró (además de un amor incondicional por el Club Chacarita Juniors) tener una fuerte predilección por el arte, sobre todo en lo que respecta a lo referido al teatro, por lo que habitualmente improvisaba pequeños teatritos que fabricaba con los cajones de verduras que recolectaba en el mercado en el que trabajaba su padre.
Así, mientras su progenitor atendía el mostrador de la carnicería, Carlitos jugaba sobre el mini escenario con figuras que recortaba de las revistas, las que protagonizaban obras que surgían de su propia mente de niño.
No obstante, en el colegio se demostraba como un niño tímido e introvertido, mientras que en la calle, cuando se reunía con sus amigos se convertía en el cómico del grupo, por lo que todos querían ser amigos de Carlitos.
Lo cierto es que la escuela no era precisamente de su agrado, y muchas veces, sin el consentimiento de sus padres y sus maestros, se escapaba del horario escolar para asistir a la función del cine del barrio, es que el séptimo arte era una de las grandes pasiones infantiles de Balá.
Su papá era de origen libanés y su madre de origen croata. Su hermana menor Norma, lo incentivaba a que hiciera teatro y es por eso que lo incentivó a que fuera parte de una obra de la escuela, pero Carlitos era muy tímido y pensaba que ese no sería su destino.
Al cumplir los 18 años, Carlos decidió que debía independizarse, por lo que dejó de trabajar junto a su padre en la carnicería, para pasar a realizar diversos trabajos, como peón de imprenta, repartidor y administrativo, entre otros, a la par que su verdadera vocación crecía de manera indescriptible en su interior.
Con el tiempo fue superando aquellos primeros temores: primero como integrante de la murga Los Pecosos de Chacarita y más tarde subido a los coches de la línea 39, donde entretenía a los pasajeros contando chistes.
También trabajó como repartidor, empleado administrativo y peón de imprenta. Hasta que en 1955 cumplió el primer paso genuino de su larguísima carrera artística sumándose al elenco de La revista dislocada, el gran éxito radiofónico de Délfor. “Estuve 30 años haciendo reír a la gente gratis, hasta que empecé a trabajar en La revista dislocada”, confesó muchos años después.
Antes de lograr la consagración individual, Balá fue ganando reconocimiento en compañía de Jorge Marchesini y Alberto Locati, con quienes formó un trío de enorme popularidad durante los años 50. Junto a ellos Balá llegó por primera vez a la televisión en 1958, como integrantes del elenco de El show de IKA, el primero en la historia del medio en colocar cámaras en lugares elevados del estudio, según recuerda Carlos Ulanovsky en el libro Estamos en el aire.
Sin dudas, su momento de gloria, llegaría en los años 60, Paralelamente a interpretar el papel de Joe Bazooka, el personaje que antes había sido encarnado por Alberto Olmedo, debutó como solista en el año 1961, con su participación en el show “La Telekermese Musical” en Canal 7.
Para dar paso a una serie de éxitos con su sello e impronta: Balamicina (con producción de los hermanos Sofovich). Luego de aquella grata experiencia, le llegaría el turno a Canal 13, una de las emisoras en las que Carlos Balá selló por completo su destino de ídolo infantil, comenzando en 1964 con el ciclo “El Soldado Balá”, seguido por “El Flequillo de Balá”, “El Clan Balá”, “Balabasadas”, “El Circus Show de Carlitos Balá”, “El Circo Mágico de Carlitos Balá” y por último su principal éxito “El Show de Carlitos Balá”, que se extendió durante cuatro años, entre 1974 y 1978.
Pero el entrañable Show de Carlitos Balá no culminó allí, ya que el cómico se trasladó con su ciclo a Canal 7 para hacer su programa durante tres temporadas.
Este es seguramente su etapa más recordada, ya que fue en esa oportunidad que surgieron personajes como Petronilo, el Mago Mersoni, el Hombre Invisible, el Indeciso, Miserio y Mamá-Pibe, y también fue el momento en que nació el Chupetómetro.
Junto a la televisión llegó también el cine: Balá cuenta con varios filmes que hoy se han convertido en películas de culto, como es el caso de aquellas coprotagonizadas junto a Palito Ortega, como “Dos Locos en el Aire”, “Brigada en Acción”, “Las Locuras del Profesor”, “Cosa de Locos”, entre otras que completan un total de siete largometrajes, en los que el humor era la principal excusa de todas la situaciones.
“La gente me encasilló como artista de niños, pero yo hago el trabajo de un actor -reconoció-. El Indeciso, Petronilo y Miserio son personajes que trabaja un actor. Yo soy más adulto para los chicos, no soy actor de cuentito. Angueto quedate quieto es un sketch con actores” reconoció alguna vez en una entrevista.
En 1988 filmó su última película como protagonista (Tres alegres fugitivos) y ese mismo año se vio por Teledós la última temporada de El circo de Carlitos Balá.
En 1990 ATC produce con Carlitos Balá y la troupe de Margarito Tereré un programa que duró poco tiempo en el aire. En 1995 Carlitos Balá protagoniza «A jugar con Teddy y Carlitos Balá». Después participa en ciclos como «Son de diez» y «Como vos y yo», por canal 13.
En 2009 colaboró con el payaso Piñón Fijo en su show y en 2011 participó como invitado especial en el espectáculo Panam y Circo, a la par de la conductora infantil Laura Franco.
También tuvo una participación destacada en 2009 en el programa Justo a Tiempo conducido Julián Weich para la pantalla de Telefe.
Pero a pesar de que las luces de los estudios fueron apagándose, la llama de Carlitos Balá estaba encendida en el corazón de varias generaciones que lo perpetuaron en la memoria colectiva para siempre: aun hoy se puede admirar como fanáticos de todas las edades conservan muñecos, máscaras, recuerdos y toda clase de merchandising existente del ídolo del “flequillo”.
“Yo pude haber sido multimillonario si hubiese sido como Carlos Rottemberg o Adrián Suar, que son ambiciosos. Pero sigo trabajando porque me encanta y para vivir también… Lo poco que tengo lo hice por mis propios medios. Si tuviera mucha guita haría obras de bien. Tendría una fundación y lo primero sería que nadie tuviera que salir del país para hacer un trasplante”, supo confesar en los años 90.
¿Qué gusto tiene la Sal?
Creador de una vasta cantidad de “latiguillos”, el más famoso sin dudas es el que refería al condimiento de las comidas. La historia cuenta que durante el verano de 1969 Carlitos se relajaba en las costas de Mar del Plata. El humorista era dueño de un departamento en la zona céntrica de la ciudad y solía visitar las playas de Las Toscas.
Una tarde, mientras veía el mar, se encontró con un niño que jugaba en la arena. Carlitos no pudo contener su ingenio y le preguntó «¿está lindo el mar, no?» a lo que el pequeño no respondió, entonces el actor insistió «el mar… el mar… ¿qué gusto tendrá el mar?» el chico seguía sin prestarle atención. En un último intento por conseguir robarle unas palabras le dijo «el mar tiene gusto a sal, pero ¿qué gusto tiene la sal?» y el nene finalmente respondió «qué gusto va a tener la sal ¡salado!».
A Carlitos Balá le causo tanta gracia el comentario, que decidió incorporar la frase como una de las muletillas principales en sus shows y ciclos televisivos. Sin imaginarlo aquella divertida pregunta se convirtió en una oración icónica para el humorista con el que miles de argentinos crecieron.
El Libro que cuenta su vida
En 2008 nació una Editorial, llamada Universo Retro, con el propósito de desarrollar productos que permitan difundir el recuerdo y puesta en valor de artistas, personajes, dibujos animados y juegos que marcaron nuestra infancia.
Entre sus múltiples creaciones en el año 2016, publicaron “Aquí llegó Balá: La Fabulósica Vida de Carlitos”, Escrito y recopilado por el coleccionista Rubén Carrera.
Se trata de una recopilación de lo mejor del repertorio de Carlitos Balá: su niñez, juventud y consagración como artista popular, admirado por más de 5 generaciones de argentinos.
Visto a través de los ojos de Carrera, quien revive cada etapa de su vida con el cariño y la admiración de un niño hacia su ídolo.
En su recorrido, hace una revisión a través de sus mejores personajes, éxitos televisivos, shows teatrales, films, discos, merchandising y premios que alcanzó durante sus jóvenes 91 años llenos de felicidad y amor.
Entrevistado por los medios, aquel año del lanzamiento, Carrera reconoció que: «No hay un día en que no me acuerde de Balá. Cumplí 50 años y desde que tengo uso de razón colecciono todo de él. Mi admiración arranca gracias a mi vieja, también fanática».
Empezó guardando fotos y recortes en biblioratos y la colección terminó siendo tan valiosa que cuando Balá la vio por primera vez quedó maravillado. La amistad entre ellos nació en 1981, durante una firma de autógrafos en Rosario cuando Rubén tenía 14 años y le llevó a Balá su carpeta de recortes para demostrar su admiración, que años más tardes quedarían atesorados por siempre en un fantástico libro.
Embajador de la Paz y homenajeado en el Congreso
A lo largo de su brillante carrera, Carlitos Balá, obtuvo varias distinciones. Según sus propias palabras » el mejor regalo” que supo recibir fue en 2016 en Roma cuando pudo encontrarse con el Papa Francisco.
En aquel viaje memorable recibió la distinción «Embajador de Paz», El reconocimiento fue otorgado por la Red Voz por la Paz.
Anteriormente, El 11 de diciembre de 2009 la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Personalidad Destacada de la Cultura y en el 2017 también fue homenajeado en la Cámara de Diputados de la Nación.
El 22 de mayo de 2011 Carlitos Balá obtuvo un reconocimiento a su distinguida trayectoria en los Premios Martín Fierro.
Y en marzo de 2019 se inauguró la obra Arco del Triunfo de Carlitos Balá, creación del arquitecto Ruben Díaz.
El ayudante del Zorro
Una historia poco conocida de la vida de Balá fue la posibilidad de interpretar a “Bernardo” el famoso sirviente mudo del Diego de la Vega, el Zorro.
Resulta que en abril de 1973 el actor Guy Williams (que interpretó el famoso héroe en la serie de Disney) visitaba por vez primera Buenos Aires fue, y se enamoraría del país, reiterando esos años los viajes y las presentaciones en los programas de TV. Al punto de decidir radicarse en Recoleta (donde luego encontraría la muerte).
Por entonces llego a mano de Willimas el proyecto de la película “El Zorro y su hijo”, con el protagónico suyo y de su inseparable compañero Lúpiz. Fueron los productores Carlos Montero (de El Trece) y Enrique García Fuertes quienes siguieron la idea de cerca.
Con la popularidad y las presentaciones masivas, Williams empezó a trabajar en el guion y los escenarios. Su intención era usar sitios naturales reales de Argentina (los valles Calchaquíes de Salta), con un presupuesto estimado en dos millones de dólares, una cifra rimbombante y poco realista para la economía de Argentina.
Uno de los contactos que hizo Williams en su estadía en Argentina fue Ramón “Palito” Ortega, uno de los pocos artistas que hacía música y actuaba en cine en plena dictadura. Y por lo tanto, el que podía colaborar y financiar semejante apuesta cinematográfica.
Cuenta la leyenda que “Palito” Ortega aplicó cambios al guion y a los lugares de rodaje que había elegido inicialmente Williams. Para sumarle más atractivo, al músico se le ocurrió que el papel de Bernardo lo hiciera Carlitos Balá. Hasta se especuló con Alfredo Alcón en lugar de Lúpiz, ya que este último no era tan popular para las masas que consumían la televisión.
Pero para el actor estadounidense las cosas se estaban alejando de sus planes finalmente el rodaje nunca se concretó. Así entonces pasaba la oportunidad de que el cómico argentino dejará una nueva versión del fiel ayudante del legendario Zorro.
Su emblemático Chupetómetro
No hay recuerdo por la vida del eterno Carlitos, que pase por alto acaso la más rotulante de sus creaciones: el ‘Chupetómetro’, artefacto donde el animador depositaba los chupetes que los pequeños le proporcionaban.
Para CincoDias por Juan José Postararo