Mandatos: ¿una construcción social que nos determina?
El ser humano necesita vivir en comunidad con otros pares para poder desarrollarse naturalmente. Es un ser social, esta inmerso en una cultura y en cada una de las culturas a lo largo del mundo existen diferentes costumbres y mandatos sociales referidos.
¿Que son? ¿Nos determinan? ¿determinan nuestra orientación sexual? ¿Seriamos los y las mismas si hubiéramos nacido en otra parte del mundo?
Los mandatos sociales se transmiten culturalmente en la familia, la escuela, la religión y los entornos sociales no racionalmente. Mandatos que mantienen vigentes los roles estereotipados de ser hombre o ser mujer en nuestra sociedad y que persisten más de lo que la mayoría reconoce.
Los mandatos sociales son aquellas sentencias que nos dijeron o escuchamos de pequeños y que asumimos como absolutas verdades, sin cuestionarlos o preguntarnos si existe la posibilidad de excepciones. “Hay que casarse y tener hijos”, “En la vida hay que ser exitoso” “el hombre debe ser fuerte” “la mujer debe ser bella”, estos son algunos ejemplos de mandatos sociales a los que estamos expuestos todas las personas desde que nacemos.
En cuanto a si determinan nuestra personalidad y orientación sexual, la realidad es que a las mujeres y a los hombres son tratados diferente manera de acuerdo con el aparato reproductor con el que han nacido. Desde temprana edad se les asignan roles y tareas dependiendo de si tienen vagina o pene. Incluso, antes de nacer se determinan, a partir del sexo, las cosas a las que podría llegar a aspirar ese individuo/a.
Ejemplos sencillos, pero fuertemente develadores de una realidad en donde parece mandar el mandato social, son las creencias de que, si se trata de un varón, deberá ser fuerte y dedicarse a los deportes, principalmente el fútbol, pero si se trata de una mujer, que en el imaginario es “débil y delicada” es mejor que se dedique a la danza. También, se señalan características diferenciadas para hombres y mujeres desde muy temprana edad, por ejemplo, al varón se lo denomina “campeón” y a la niña “princesa”, de esta forma se van imponiendo modelos que en el futuro serán, probablemente, mandatos a seguir.
Claramente la cultura determina gran parte de estos mandatos, un claro ejemplo es la poliginia musulmana en donde un hombre puede casarse con varias mujeres. Esa misma situación, no solo, no se da en países occidentales, sino que además se lo ve como algo “raro”.
Los mandatos culturales, arraigados a nuestra sociedad tiene esa particularidad de hacernos creer como “debemos” actuar frente a diferentes circunstancias de la vida y, muchas veces, no nos permiten ni imaginarnos que las cosas pueden ser de otra manera.
Para CincoDias por Mariana Norando