Papá Noel solidario
Carlos Jorquera desde hace 35 años reparte juguetes en hospitales de la provincia de San Juan, donde pasa la Nochebuena y Navidad.
Cada Nochebuena desde hace 35 años, el Papá Noel de San Juan se pone el traje rojo, las botas, el gorro, se peina la barba y cargado de juguetes, que monta en dos carros, inicia el recorrido por el Hospital de Niños de San Juan. Allí lo esperan ciento de nenas, nenes, sus mamás, papás y todo el equipo médico que sabe que nunca falta para repartir alegría donde más hace falta. Visita a cada pequeño internado, les habla con amor, los abraza, les deja un regalo y también contiene a sus familiares.
“No se trata solo de llevar regalitos a los chicos, sino también de escuchar a sus padres, de contenerlos y darles palabras de aliento y esperanza”, dice Carlos Alberto Jorquera sobre la tarea que asumió hace 35 años y que le llena el espíritu. “Mi infancia no fue muy buena, por eso, quiero que todos los niños tengan un motivo para sonreír”, agrega emocionado.
El hombre que todos quieren
Casi todo el año, Papá Noel se prepara para la llegada del día especial. Se deja crecer la barba y mantiene con cuidado su cabello para que los niños no se decepcionen si le sacan el gorro rojo.
Carlos de 64 años comentó: “Antes salía con barbas de lana, pero como iba a visitar a chiquitos de diferentes barrios y si algo me rozaba la barba enseguida se manchaba y tenía que reemplazarla por otra, además de tener cuidado para que en cada abrazo no se me cayera. Así que decidí dejar crecer la mía. Solo me verán sin barba en enero y febrero, por el calor, pero a partir de marzo ya la dejo crecer para llegar a diciembre con el tamaño justo”.
Su propia historia de vida hizo que Carlos quiera una sonrisa para cada niño o niña. “Mis Navidades fueron tristes cuando era niño”, lamenta casi quebrado, pero asegura que los malos recuerdos del abandono paterno y de las lágrimas de su mamá, que supo cómo llevar adelante la crianza de sus hijos, lo ayudó a tomar decisiones en su vida, y que esas heridas hoy cicatrizan con el amor que no deja de recibir por parte de los pequeños que cada Nochebuena y Navidad que lo esperan, como de aquellos grandes y chicos que corren a abrazarlo cuando lo ven sentado en su sillón blanco en medio del shopping de la capital. “Hace poco un hombre que llegó hasta allí con sus hijos me contó que él tiene una foto conmigo y sus amigos de cuando eran chiquitos, y que sus amigos también iban a traerme a sus hijos para que los conociera. Desde que con mi señora decidimos pasar las navidades de esta manera somos más felices”, cuenta emocionado.
“Nosotros no nos preocupamos por la comida, por qué vamos a tomar cada Nochebuena… Nuestro deseo es estar en el hospital. Mi hija menor desconoce lo que es estar una Navidad en casa porque desde que nació estamos en el hospital y nos quedamos allí hasta las 2.00, 3.00 o 4.00 de la mañana. Descansamos un rato, y después del mediodía vamos a otro gran hospital pediátrico y eso es una gran satisfacción para nosotros”.
Una Navidad diferente
Apenas el sol comienza a caer se prepara. Por la noche, en el horario de la cena de Nochebuena, llega al Hospital del Niños. “Nos esperan en las salas de neonatología, de maternidad y el 25 de diciembre por la tarde nos espera la sala de pediatría de otro gran hospital que hay acá en San Juan”, cuenta.
Así es desde 1987. Todo comenzó por una decisión que tomó junto a su esposa, con quien llevan 42 años de casados y se conocen desde los 15. “Decidimos tener una Navidad diferente. En esa época, ya teníamos a nuestros primeros tres hijos, que eran chiquitos, y comenzamos una tarea interesante y que empezó de una manera muy anecdótica porque habíamos hecho una representación en una iglesia en la que participaba un Papá Noel y una niña huérfana, y nos mimetizamos con eso; nos sentíamos bastante bien”, inicia el recuerdo.
Como aquello que hicieron tuvo tanta repercusión, fueron invitados “a un programa de Radio Nacional y fui con el traje, al salir le dije a mi esposa que ya no me lo iba a sacar porque seguía con la idea de tener una Navidad distinta…”. “Cuando salíamos de esa entrevista, alrededor de las 1:45 de la noche, nos paran desde una camioneta (nosotros andábamos en una moto) y me llama un señor que me pregunta si yo trabajaba como Papá Noel.. ¡Y se me salió decirle que sí! Me preguntó si yo podía llevarle los regalos a su casa para alegrar a los chicos y lo hice. Pero gracias a esa nota, alguien llamó a la radio y ofreció regalarme 200 panes dulces… Le digo a mi señor: ‘¡Esto es mucho! ¿Qué hacemos?’, y nació la idea de llevarlos al hospital, repartirlo entre todas las personas que estaban ahí y pasar la Nochebuena con los niños y sus familiares”, revive.
Su hija mayor, que desde ese día lo ayuda, tenía 6 años. “Hoy tiene 41 y con mis otros hijos organizan todo, también tienen sus trajes y son parte de esta idea. Somos siete personas las que salimos a hacer los recorridos, se suma mi cuñado”, cuenta.
Desde aquella noche, dedica gran parte del año a recolectar juguetes nuevos para llevar a los hospitales y, si se lo piden, también a alguna casa donde no puedan comprar regalitos. “Antes nos mandaban juguetes viejitos y de tres muñecas, armábamos una, por ejemplo. Mi señora y las niñas le hacían ropita y así la regalábamos hasta que unos amigos comenzaron a ayudarnos para que pudiéramos comprar nuevos. Desde hace 30 años, comenzamos a regalar todo nuevo”.
Una tarea desinteresada, que sale desde el corazón: “Lo hacemos con mucho cariño, con mucho amor. El hecho de visitar los hospitales nos llena de ternura a cada uno de nosotros y nos sentimos felices por realizar esa tarea y que las familias nos permitan compartir con ellos. Como ya nos hemos puesto grandes con mi señora, ahora las que mandan son las hijas, la mayor y la menor. Ellas son las que coordinan las visitas, las que coordinan a dónde vamos a ir, los vídeos que vamos a realizar, todo. Todo eso la gente lo valora y nos ayuda con donación en efectivo y nosotros vamos a las distribuidoras que gentilmente nos hacen el 25% de descuento en los productos que buscamos”.
Las donaciones de este año, lo sorprendieron. “Hicimos una evaluación con mi hija mayor y hasta ahora tenemos alrededor de $ 300.000 en cosas que vamos a llevar a los dos hospitales. ¡Estamos felices! Desde antes que se arma el arbolito comenzamos a recibir la mayor parte de las donaciones. Vamos a algunas escuelas y jardines para la fiestita de fin de año, y todos los días pasamos varias horas en el shopping de la ciudad saludando niños que también llevan su donación”.
Al finaliza, Papá Noel, deja su deseo para esta Navidad: “Mi deseo es que como pueblo argentino, con nuestras dificultades, podamos mantenernos unidos y, especialmente, que podamos disfrutar de nuestra familia aunque puedan haber dificultades, problemas en cada una de los aspectos de nuestras vidas y relaciones, deseo que podamos ser perdonadores, que perdonemos, que podamos ser útiles, que podamos estar tomados de la mano con nuestra familia y, por sobre todas las cosas, poniendo todo en manos de Dios, para que él pueda hacer lo mejor en nuestra vida, en nuestra nación y en cada uno de nuestros corazones”.